Los ojos grisáceos se habían cerrado instintivamente al haberse percatado de que alguien estaba tan cerca suyo; no había registrado a la figura familiar, al contrario...para ella, la paranoia que la invadía era el pan de cada día, mirando de reojo y sobre el hombro con tal de no encontrarse de nuevo con esos seres. Por ende, su terror de haber sido tomada por sorpresa era comprensible.
Más todo ese terror se desvaneció al sentir la gota de tinta sobre su rostro, al escuchar la voz familiar que le hizo preguntarse si todo era un mal sueño o realmente estaba sucediendo, para su alivio sería lo segundo.— ...¿Bendy? —Susurró como respuesta en voz baja, temiendo que fuera solo una broma de su mente.
Abrió los ojos lentamente, casi temiendo romper alguna clase de hechizo o ilusión. Tras percatarse de que realmente estaba ahí, que no era una mala pasada de sus ojos, dudó como reaccionar, ¿debería abrazarlo, o...? El temor y la desconfianza formaron un nudo en su garganta, algo que odiaba; amar a alguien, y sin embargo tenerle miedo por la tortura que sufrió ella misma. Solo se quedó paralizada.