♧ • ☆ ——— estar entrenada para matar y torturar no era lo mismo que estar del otro lado de la dinámica; no daba más, y a medida que la adrenalina se disipaba de su cuerpo, la pesadez por la pérdida de sangre se hacía cada vez más evidente. El ardor en su muslo era insoportable, y se removió inquieta, escuchando el "click click" de la tijera a sus espaldas; la llaga en su abdomen le cortaba la respiración, jadeando entre dientes.
¿Cuánto duraría esto? Se estaba vengando, eso estaba claro. ¿Pero era tan sádico, realmente, como para torturarla hasta la muerte? ¿O la dejaría en paz a esperar a que alguno de sus hermanos se dignara a aparecer?
—Tendrás que disculparme, es primera vez que me torturan; no sabía que debía guardar silencio— escupió mordaz, aún con los ojos cerrados, escuchándolo como si tuviese algodón en los oídos; de lejos, como un eco sórdido.