Dicen que nunca lloras por la acción u ocasion que viviste, si no, por todo el dolor, palabras y sufrimiento que no fuiste capaz de expresar.
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¿Llorar?, nunca lo hago, siempre creí que llorar me volvía vulnerable, en esos instantes de agonía mi mente se nubla y no puedo ser racional.
Odio sentirme abrumada y más aún si eso incluye llorar, no me gusta la idea de soltar lágrimas que adornen mi rostro, ni mucho menos aquellas ganas de gritar con todas tus fuerzas y aún así fallar en el proceso.
No quiero sentir aquella sensación de perdía y desfallecimiento, porque me hacen recordar a como solía ser, no me gusta sentir como mi corazón se quiebra en fragmentos, como mi mente me traiciona y se llena de recuerdos agonizantes.
Mi cuerpo ya no me pertenece, mis ojos solo permanecen cerrados mientras mi rostro se oculta tras mi almohada, siendo sostenida desesperadamente por mis propias manos , aún cuando temblaban, ya sea por el dolor o la agonía.
Mi boca suelta sonidos que jamás emitiría, en mi habitación resuenan dos gritos,uno de lamento y otro de dolor,uno que resuena por todo el lugar y uno que se queda en silencio, siento mi cuerpo caliente y a la vez frío, nada tiene sentido.
Así es, nada tiene sentido cuando lloro, nada tiene sentido cuando me acurrucó en mi cama, la cuál permanece frente a la venta, aunque la luz de la luna ilumine dicho lugar, aún vivo rodeada entre las sombras, danzo con ellas, mientras me consuelan con su silencio absoluto.
Atte: la chica de lo ojos tristes