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⠀⠀⎯⎯ ⟋quebrantábase su reloj mental en un vértigo de cómputos desatinados, pues cada latido dilatábasele como eternidad mientras la vecina proseguía, inacabable, con su fastidiosa salutación; a ello había sido arrastrada por la añagaza de su hermano, artero en su engaño, que la abandonó en tan mortificante trance.
cuando al fin, tras lo que a su imaginación paranoide representábanse como eras enteras, dióse por concluida el palique, precipitó la clausura de la puerta, no sabiendo si por deliberación o por espanto, temiendo que la mujer retomase la cháchara.
con las arterias aún convulvas en su latir y el ceño persistente en su contracción, encaminóse a la pesquisa del gemelo, cuyo hallazgo lo reveló tendido con indolente laxitud en el sofá de la sala. y, apenas descubierto el varón, ciñó contra su pecho un cojín, oprimiéndolo como si en tal asidero buscara templanza; y, con la voz quebrada que súbitamente volvióse grito, exclamó: ¡tú, traidor! ⟋enseguida, despegó el almohadón de sí misma y arrojóselo con ímpetu al semblante del muchacho. ¡m-me dejaste ahí plantada, t-tragándome cada palabra, y tú… tú tan campante, aquí como si nada! ⟋aprestóse entonces más a él, con ademán iracundo y los pasos resonando recios en la estancia. ¡f-fue… fue horrendo! ⟋añadió, presa de un temblor ansioso. ¡sentía que me taladraba con los ojos, que cada silencio escondía algo, que iba a soltarme cualquier cosa espantosa! ⟋ya a su vera, agarró más almohadillas del respaldo y las descargó con furia trepidante, negándole escape ni resuello. ¡t-todo un suplicio! ¡un tormento que parecía eterno!