Los argumentos del texto se apoyan en distintos aspectos de la vida y el trabajo de Rodolfo Walsh que muestran por qué fue un personaje extraordinario. El autor destaca primero su trayectoria como escritor y periodista, señalando que ya desde sus novelas policiales mostraba un talento poco común y una fuerte conexión con la realidad. Después se concentra en su capacidad analítica: el episodio del mensaje cifrado funciona como prueba concreta de su inteligencia y de su habilidad para descubrir información clave sin tener formación específica en criptografía. Eso deja en claro que no era un periodista más, sino alguien capaz de ver lo que otros no veían.
También aparece su compromiso político, porque no escribía desde la distancia, sino involucrándose de lleno en las luchas de su época. Eso refuerza la idea de su coherencia entre lo que pensaba, lo que decía y lo que hacía. A esto se suma su valentía personal, visible tanto en su trabajo en Prensa Latina como en su vida bajo dictaduras, hasta llegar al punto máximo: la Carta Abierta a la Junta Militar, escrita desde la clandestinidad sabiendo que podía costarle la vida. Ese último gesto funciona como argumento final que confirma todo lo que se dijo antes. Su muerte, consecuencia directa de su denuncia, refuerza la imagen de un periodista íntegro, firme y honesto.
En conjunto, todos esos elementos sostienen la tesis de que Rodolfo Walsh fue un periodista excepcional, brillante y profundamente comprometido, y que su legado quedó marcado por la mezcla de inteligencia, ética y valentía que caracterizó su vida.