Escribo porque hay cosas que no se pueden decir en voz alta, pero sí se pueden transformar en historias. Mis letras nacen de la noche, del deseo, del silencio incómodo que queda después de una mirada o de un adiós. Cada palabra que elijo tiene una intención: provocar, sentir, quemar.

Historias que no son para cualquiera. Me gusta escribir lo que arde, lo que duele y lo que obsesiona. Si te atreves, pasa.