Cada historia tiene la escencia de que hubo alguien por detrás escribiendo con amor y pasión una idea remota.
Somos ajenos unos a otros, lo que trae como consecuencia que no conozcamos el objetivo escencial por el que se dirige cada lector al escritor, o viceversa, a menos que se retome una y otra, y otra vez consecutiva para generar el minúsculo intento de que nada muera. No sé el qué esté pasando, pero absolutamente TODO está muriendo, o tuvo su indirecto funeral, o por lo menos sigue en vela, qué sé yo.
Ya nada queda realmente vivo. Es muy raro encontrar algo de ahora en estado activo a menos de que sea tendencia pasajera.
Que no se te apene absolutamente nada, que el corazón no se te achucharre, y que los fantasmas no te perturben; este ciclo es nuevo, y aunque ya no quede nada, las cenizas viven en la eternidad y es lo único que permite alimentar al presente que se aviva en los años pasados.
