
soyguardia10
No sabía cuánto tiempo había pasado, tal vez una hora, más o menos. Casi lo habían obligado a asistir a aquella fiesta que, sorprendentemente, se había organizado de un momento a otro. Incluso todos los guardias, sin importar su rango, estaban presentes. Pero lo que más llamaba la atención era la presencia de los mismísimos VIP’s. Nadie explicó el verdadero motivo de la reunión; simplemente se limitaban a decir que todo el personal debía asistir, como una especie de “convivencia”. Aunque en el fondo, estaba claro que lo importante era que los VIP’s se sintieran acompañados. Lee no lo entendía del todo, y francamente, tampoco le importaba. Durante esa hora solo había probado algunos de los extravagantes cócteles que ofrecía la mesa de bebidas, conversando a medias. Cuando el aburrimiento fue más fuerte, simplemente se alejó a una esquina a fumar. Su mal humor era evidente, casi palpable. Quizá por el bullicio, o por el simple hecho de tener que convivir con sus compañeros,,, la mayoría, en su opinión, unos completos idiotas. Solo estaba esperando a que apareciera esa persona. Esa hermosura de grandes ojos y mejillas rojas que aún no se dejaba ver. Sabía que el grupo encargado de la cocina tenía ciertos horarios para entregar los platillos especiales a los VIP’s, y después podían participar en la celebración. Por eso aguardaba con paciencia, sabiendo que pronto podría verlo. Y cuando lo hiciera, se marcharían juntos. A donde fuera. Lejos de todo. Esta vez, tendría más tiempo para estar con él. Dio una calada a su cigarro, soltando el humo con una sonrisa que comenzaba a formarse en sus labios justo en el momento en que lo vio entrar. Radiante, aunque con un dejo de nerviosismo en el rostro. Pero su expresión cambió de inmediato: frunció el ceño con una molestia palpable. No venía solo.

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⎯⎯⎯ ❛ Tardaste tanto. . . por culpa de ese cabrón. Pero ahora estás conmigo. ¿Te sientes bien conmigo, Shion. . . dulzura? ❜ ⎯⎯⎯⎯ Sus palabras se arrastraban contra su piel, deslizándose lentamente hacia su cuello, rozándolo con los labios. Su respiración, pesada voz profunda, se estrellaba allí. Al mismo tiempo, sus manos aferraban con más fuerza su delgada cintura, casi envolviéndola por completo con sus firmes manos, atrayéndolo con la misma intensidad con la que deseaba quedarse a su lado. El enojo, el alcohol y el estremecimiento se mezclaban en un rastro de afecto suave pero demandante, como si con cada gesto buscara borrar todo lo que aquel otro hombre había dejado en él.
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Arqueó levemente las cejas ante el comentario sobre el aroma a cigarro, lo había olvidado por completo. Recién había terminado su segundo cigarro cuando presenció aquella amarga escena, y aunque el efecto del tabaco ya se había disipado un poco, su rastro persistía en sus ropas y en su aliento. Le causó cierto alivio que al menor no pareciera importarle, aunque sabía bien que no era un olor precisamente agradable. Incluso una leve sensación de vergüenza naufragó dentro de él. ⎯⎯⎯⎯ ❛ Sí. . . también fumé. Es que la desesperación por verte me estaba devorando, créeme. ❜ ⎯⎯⎯⎯ confesó con una sonrisa atrevida, pero sincera. No se consideraba alguien alcohólico ni fumador habitual, pero cuando la tensión o el estrés lo rebasaban, era lo único que lograba disipar, aunque fuera por un momento, aquellas sensaciones tan abrumadoras. Sin embargo, ahora tenía algo, mejor dicho, a alguien que con solo mirarlo era capaz de desvanecer todo lo malo. Shion se estaba convirtiendo en su nueva adicción. Y justo ahora, todo malestar se esfumaba bajo las suaves caricias que recibía en el cabello. Su cercanía, su afecto lo estaban aturdiendo, embelesándolo por completo. Pero, sobre todo, lo tenían hipnotizado: en sus ojos, en ese rostro delicado que confirmaba con dulzura cada una de sus palabras. Se sentía más tranquilo.
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⎯⎯⎯⎯ ❛ Ese imbécil, hijo de puta. . . ❜ ⎯⎯⎯⎯ murmuró entre dientes, molesto, disgustado ante las repugnantes intenciones de aquel hombre. Si no lo hubiera visto a tiempo, si no lo hubiera impedido, no quería ni imaginarse hasta dónde habría llegado. Sabía que Shion podía defenderse, pero esos tipos eran capaces de matarlo con tal de intentarlo. Suspiró, intentando alejar de su mente esas posibilidades. Ya lo tenía ahí, a su lado y mejor aún, entre sus brazos, lejos de cualquier basura humana. Aun así, el disgusto seguía colándose en su interior. Tal vez eran los rastros del alcohol los que lo mantenían tenso. No estaba ebrio; era la amargura del sabor, del escenario que, por suerte, logró evitar. Sus fuertes brazos respondieron al cálido abrazo, rodeándolo, acercándolo aún más, necesitado de su cercanía, de envolverlo, de protegerlo de todo, de todos como si su sola presencia bastara. Quería calmarse. Ahora su prioridad era su chico tembloroso que sentía su agitación, sus nervios, su temor. Sus manos bajaron hasta su cintura, abrazando toda la estrecha extensión de esa zona, apretándolo más contra su pecho, mientras sus labios se acercaban a su mejilla, rozándola, hasta alcanzar su mandíbula. ⎯⎯⎯⎯ ❛ Solo bebí un poco. . . no importa, ¿estás bien? ¿no te hizo nada más? ❜ ⎯⎯⎯⎯ susurró contra su tersa piel. Le era inevitable preguntar. Necesitaba consolarlo, alejarlo de aquella turbia experiencia y no dejarse consumir por el odio y el enojo. Pero antes, debía asegurarse de que ese pervertido no se había atrevido a tocarlo más de la cuenta.
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