"Sokka tuvo que alzar el rostro para mirarlo y se encontró con el mismo par de ojos dorados que parecía haber visto tantas veces hoy en diferentes personas; el hombre era alto y fornido, envuelto en finas telas de seda de color blanco con detalles dorados recorriéndola, su cabello era oscuro como la noche y tan largo que se balanceaba en sus omóplatos, tenía el mismo nudo semi recogido de Iroh, su nariz era fuerte y recta, sus rasgos afilados, casi crueles.
Por un momento pensó que se parecía a Azula, pero la malicia de Azula había sido casi infantil, una imitación mala de la verdadera que estaba presenciando actualmente. Porque los ojos de Ozai no eran nada más que piscinas de oro, duros y despiadados, analizándolos una y otra vez."