Se detuvo frente a la puerta, indecisa. ¿Quién la esperaría del otro lado? La idea de compartir habitación con alguien la ponía nerviosa.
¿Días, semanas, meses? El tiempo se extendía
ante ella, incierto y lleno de incógnitas. Su
estómago se revolvió. Con un suspiro, giró la
perilla y empujó la puerta esperando no
llevarse una sorpresa.
Sin embargo, al parecer el destino tenía otros planes para ella. No podía creer quién estaba detrás
de la puerta, allí parado, acomodando sus cosas. —¡Pero bueno! ¿Qué haces tú aquí? — exclamó, sorprendida y un poco divertida. Se llevó una mano
a la boca para evitar soltar una carcajada.
Su bolso cayó al suelo con un ruido sordo, pero
ni siquiera se inmutó