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・Sabine﹚ ̖́- ────/sin duda aquello parecía ser una broma de mal gusto, aún peor al ella reconocer la clase de persona que era y lo que se encontraba cargando sobre sus manos. Vuelve a llamar a la puerta, buscando porque alguien por fin hiciera algún acto de presencia, no podía permanecer más tiempo en aquel sitio, no sí podían «rastrearla», planeaba hacer una.. buena acción para su enemigo natural, no perjudicarle. shh, ya vendrán, descuida. /con tono maternal le habla a la criatura que se remueve en sus brazos, y de la cual un par de orejas felpudas se dejan entrever.

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/. ignora lo de la manta, no sé de dónde me lo saqué.. 
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            ⠀⠀narcissa.⎯⎯ ⟋la manta nocturna había caído ya hace varias horas, tras preparar a sus niños para descansar, ella permanecía trabajando en su estudio. no puede evitar erizarse al sentir la presencia de la dama rondar. cuántos visitantes.. ⟋el pensamiento no puede evitar suspirar, mientras emprende camino hacia la puerta; permanece unos segundos vigilándola, como si esperase una segunda intención de la contraria, un ataque. buenas noches, querida. ⟋saluda al, por fin, hacer acto de presencia. sus ocelos viajan rápidamente a la manta entre sus manos. ¿a quién traes ahí? ⟋cuestiona, alzando una ceja y permaneciendo expectante. algo en la contraria no parecía encajarle, sin embargo, su semblante dictaba una vibra complemente diferente.
            
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ㅤׅㅤ୨ botan ୧ ──/caminaba bajo la arboleda que rodeaba la imponente mansión, acercábanle sus pasos solitarios a ella, mientras en la línea de su teléfono, con su jefe discutía. estuve observándolo por dos semanas, sí.. definitivamente hay almas allí, bastantes, que necesitan ser selladas a donde pertenecen.. /cala el cigarro, suspirando por el pesado trabajo que se le había encomendado, no podía evitar pensar que unas vacaciones no le vendrían mal. me llevará un tiempo.. si no me equivoco son dos seres del inframundo. no, no puedo confirmar que sean ellos, pero un velo como éste y las almas.. sí, lo sé.. tendré cuidado. /responde cortando la llamada y guardando su móvil. de su bolsillo retira unos talismanes, acercándose a donde el velo se encontraba, decide atravesarlo.

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Puede sentir en su palma la piel calentándose bajo la tela fina del negro vestido, sus dedos sienten la hendidura donde se colocaban las vértebras y el pequeño precipicio hacia la arte final del lumbar. Era extraña la sensación de ser tan consciente de la mujer delante suyo, de sus labios rojizos y su piel pálida, del perfume de flores póstumas y su aliento chocando contra su cuello cada vez que palabras otorgaba. ¿Se estaba volviendo loco? No.. sólo era el exceso de trabajo jugándole en contra, llevando su débil atención hacia lugares donde no debía interesarse. Los párpados baja, suspira por inercia, deshaciéndose de aquellos pensamientos que, por pecaminosos, a un infierno peor podrían arrastrarlo. 
            
            ──Lo entenderás cuando la veas. ──responde, afianzando su agarre en el cuerpo femenino una última vez, como despedida antes de liberarla de su tacto. ──Hice lo que estaba a mi alcance, pero es algo que excede a las capacidades con las que fui dotado.
            
            Camina por el lugar cuando se aleja de ella, pensativo sobre cómo garantizarle su confianza a la mujer, no tarda en tener una idea. Del bolsillo de su abrigo desnuda una navaja plegable, expone su filo y su mano extiende, con la palma hacia arriba, dice: ──Hagamos un contrato, un pacto de sangre. Estoy seguro de que lo sabes, pero los demonios estamos por naturaleza obligados a cumplirlos una vez lo hacemos. ──ladea la cabeza, toma aire, casi sintiéndose asfixiado en aquella pequeña habitación. ──No se preocupe, la ambigüedad de mi condición, no permitirá que su compromiso sea mayor que el mío a la hora de firmar. Su obligación a cumplir su parte, será menor. 
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────¿Por qué…? ─────«¿Por qué cambiaste de opinión?», quiso preguntar, pero cuando él se inclina hacia ella, comprende que no ha terminado. No retrocede —al contrario, graba cada leve movimiento que él hace. Cuando la voz ronca de Botan vuelve a colarse en su oído, una palabra le golpea más que el resto: la niña. El filo que mantenía entre los dientes se suaviza. Algo en su gesto se relaja, una grieta minúscula por donde se escapa un calor casi imperceptible. Necesita ordenar el enjambre de ideas antes de responder.
            
            ─────¿A qué te refieres con ayudar? ─────La pregunta se desliza. Sí, podía adivinar lo que él pedía. Y aunque imaginar a un demonio redimiendo a una niña era absurdo, no lo juzgaría. No mientras su voz siga ofreciéndole lo que ella más ansía: tiempo. Los párpados se cierran un segundo, como si pesara más de lo que deja ver. No importa cómo, haría lo que él pidiera. ─────Está bien. Pero necesito que me des tu palabra. No soporto que me engañen.. ─────Su voz se derrama como un susurro, rozando el rostro que ahora respira tan cerca del suyo.
            
            ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ ׂ ᳞ @e-clip-se
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La pregunta es recibida como la piedra que, al lanzarse, rompe la calma del agua. Sí, casi siempre era simpatía por la vida, pero ahí anidaba su propio egoísmo. Narcissa no era una santa, nunca pretendió serlo. Era una madre buscando un hijo cuyo rostro se había borrado entre los pliegues del tiempo. Era egoísta por traer a otros a llenar ese vacío. Pero eso, él no tenía por qué saberlo.
            Su figura se endereza cuando se ve el centro de la mirada ajena, como si el otro, con tan mínimo gesto, la estuviera retando. Las palabras que le siguen terminan por descolocarla apenas un instante, obligándola a desviar la vista hacia algún rincón de la habitación.
            
            No temía el roce de un hombre; no a estas alturas. Pero en este contexto, cuando esperaba una respuesta clara, aquel contacto la toma desprevenida. Aunque bien podía achacarse a su estado de alerta. Ahora, más que nunca, era consciente de la diferencia de tamaños entre ambos, de cómo la palma del demonio cubría casi toda su cintura sin el menor esfuerzo. Quiso pedirle que se apartara, exigirle que no la tocara. Entendía ese roce como un acto de dominancia, un intento de imponerse. Pero el calor que emanaba de su mano le hizo vacilar, y las palabras venideras sofocaron cualquier réplica.
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