a vos, que mis temores te piden a gritos,
a mí, que hasta mis nervios me traicionan,
te entrego un pedazo de mi miedo,
y a vos, que no sabés cómo abrazarlo,
pero lo hacés con la misma paciencia que tiene la luna
viendo desaparecer la oscuridad.
a vos, que escuchás lo que no digo,
a mí, que las palabras se me escapan como si no me pertenecieran,
como si no alcanzaran el aire que las detiene,
y a vos, que sabés que algo se me rompe cada vez que callo,
pero no te atreves a preguntar.
a vos, que no entiendes el peso de mis sombras,
a mí, que vivo bajo un cielo que nunca se despeja,
como si mi alma fuera un abismo
y a vos, que sos un arcoíris después de cualquier tormenta.
a vos, que tus manos me buscan en la distancia,
a mí, que mis manos tiemblan al alcanzarte,
como si mis caricias pudieran romperse con solo rozarte.
y a vos, que huyes cada que quiero confesar esta angustia, este amor.
vos, que sos para mí una daga.
y yo, que me diluyo en mi propia insignificancia.