Es de madrugada, y sé que quizás sea un tanto inoportuno escribirle en este momento, madame. No obstante, el anhelo de volver a sumergirme en sus palabras impregna cada línea que trazo en esta carta. Quiero expresarle cuánto la echamos de menos. Entiendo la razón detrás de su exilio, pero tengo la certeza de que alguien con su talento puede convertir un simple monólogo en una obra maestra. No cabe duda. Por lo tanto, me permito solicitarle, con respeto y admiración, que regrese a escribir una vez más. Su audiencia lo necesita, yo lo necesito. Sus escritos son el único bálsamo que me mantiene cuerdamente anclado en esta realidad, y estoy seguro de que usted lo sabe. Como un amable gesto, le ruego conceda a este humilde lector, el favor de abrazar nuevamente esa sensación que solo usted es capaz de crear a través del papel. Después de todo, es la única gracia que me queda de su merced. El resto lo he perdido.
Hoy, he estado pensando mucho en usted. Mis disculpas si esta carta parece un desborde emocional, pero sé que usted comprenderá.
Con afecto sincero,
Un miembro de la antigua secta "Los Corazones Rotos".
Esperamos ansiosamente su regreso, mi queridísima Fénix.