"El era una especie de interruptor en mi pared.
Antes de que el llegará a mi vida, veía todo negro, todo era aburrido o malo. O tal vez no era lo suficientemente bueno. Hasta que llegó el. Su luz me cego por completo, me envolvió, convirtió su luz en la mía, el era mi luz. El se adueñó de mis pensamientos, de mis sentimientos y emociones, me arrebató todo. Me arrebató la vida, tanto que vivia más por el que por mi, todo en mi mundo, en mi mente, giraba alrededor suyo. Dependia completamente de el. De alguien que no me queria, que no me conocia.

Y en ese momento era en el que mi luz se apagaba, se iba. Era el momento en el cual me daba cuenta de lo patético que era amar a alguien totalmente clandestino, por más que yo no quisiera nada más que tener una hermosa amistad con el, era totalmente imposible. El nunca se interesaría en mi vida, ni mis sentimientos y es por eso que mi luz se volvía a apagar, al darme cuenta que sólo vivía en la ilusión de que algún día el me conocería y tendríamos una amistad, el me protegeria y yo a él. Me di cuenta que vivía para poder soñar y soñaba para poder vivir. Vivía para poder soñar que el formaba parte de mi vida, que el me quería. Y soñaba todo eso para poder seguir con vida. Fue ahí cuando comprendí todo, fue ahí cuando me quede sin luz, me había quedado ciega al darme cuenta que jamás se harían realidad todas mis ilusiones y fantasías, el jamás me conocería ni me querría. 

Me enamoré de alguien que nunca estuvo conmigo, pero al mismo tiempo fue el único que supo hacerme feliz inconscientemente, aún estando a miles de kilómetros lejos de mi.
En cierta manera, me sentia estúpida por estar enamorada de alguien que nunca se interesaria en mi existencia.
Pero de igual manera nunca lo dejaria de amar."