──── / sus pasos resuenan en el pasillo, una aura que grita «no te metas en mi camino» le cubre, adviertiendo a cualquiera no osar acercarse en lo más mínimo a él, ni para saludar. no había razón evidente para la repentina molestia que le sigue, al menos así parece, pues al llegar a la fuente de su repentino cambió emocional no duda ni dos segundos en tirar de su mano; llevándose a Alexander calleri sin explicarse primero.
del aula lo saca, aprieta el agarre y lo arrastra al pasillo más cercano y solo del lugar. ya ahí, con fuerza sorprendente, lo empuja hacía la pared, no tarda en estar encima suya, ambas manos trabajan moviendo las prendas del jóven. aún no hay palabras. al descubrir la clavícula de éste, unos intensos ocelos observan la tersa piel. ──── dijiste «soy tuyo» y aún así.. / chasquea la lengua cuando otra ráfaga de «celos» le golpea; todo esto por un malentendido. eres mío, Alexander. no tienes derecho de ver a nadie más, solo a mí, te dejare eso en claro y a cualquier otro idiota que se atreva a quitar tus ojos de mí / aprovechando la cercanía y propia altura lleva sus labios a tocar la piel desnuda, dejando nada o nulo tiempo de respuesta. besos suaves cuál algodón entrega, la calma antes de la tormenta, luego muerde con fuerza y vuelve a besar, pidiendo perdón en suaves gestos por el daño infligido, más no se detiene y sigue así hasta dejar toda la piel sin marcas llena de estás.