La pérdida de una mascota duele, y mucho. Más porque con el pasar del tiempo empezamos a verlos como parte de nuestra familia. No son simples animales que habitan con nosotros.
No sé cómo habrá fallecido, pero si se que en este momento pasó a ser un angelito y que allá se descansa. Vas a estar bien. Ahora, llora todo lo que tengas que llorar. Algún día dejará de doler y solo será un bonito recuerdo; algún día dirás: “aquí se paraba a tomar sol, me acompañaba las tardes cuando miraba el atardecer. Lo extraño, pero sea en donde sea que esté, se que está bien”.