Ese último adiós, arde. Verlo escrito, inmortalizado en una maldita aplicación de mensajería. Desearía volver atrás, un mes cuando mucho, a cuando era feliz, corrección: éramos felices. A cuando todo se reducía a reír, abrazarnos, besarnos, y hablar tonterías todo el día. A cuando todo se reducía a tomarnos las manos en secreto, dirigirnos miradas discretas, enredar nuestras piernas en la sala de un cine. A cuando todo se reducía al simple hecho de estar juntos.
A esa simpleza.
Ahora, rememorando aquellos recuerdos, parece que sucedieron hace una eternidad, en un mundo completamente diferente, con dos personas completamente distintas. La veo, en la distancia, aquella chica risueña, de cabello castaño y ojos cafés, de manos suaves y uñas largas, con su enorme uniforme un par de tallas más grande. Lo veo, en la distancia, un chico serio, pero que podía ser tierno cuando ella se lo pedía, que siempre trataba de abrazarla y besarla, aún cuando ella no quería, que le murmuraba incontables "Te amo" al oído. Los veo tomados de la mano durante las clases, abrazados durante tiempos libres, y dándose pequeños y secretos besos en el patio de salida. Todo era tan simple. Pero ahora, rememorando, también lo veo con otra chica, besándola apasionadamente junto al enorme ventanal del salón del frente, siendo espectadores más de la mitad de su clase, y más de la mitad de la mía, lo veo torturando a aquella chica risueña cada día y cada noche, pidiéndole que lo olvide, pidiéndole una amistad eterna, arrebatándole la calma que tanto le había costado recuperar.
Ahora, la veo, mirándose en el espejo, traspasando con su mirada fría y muerta el cristal deambulante que reflectaba su rostro repleto de lágrimas, de ojos llorosos y tez rosada. La veo, llorando, gritando internamente ¡Exigiendo justicia!, murmurandose ella misma, sola, en la oscuridad de su habitación, bajo una sábana púrpura y ancha... "El no siente lo mismo"