Si había algo que Bianca siempre hacía antes de irse a dormir era reflexionar sobre su vida, sobre si misma, y, si llegaba a acordarse, también sobre el trascurso de su día. No sabía con exactitud cuando comenzó con ello pero se volvió una rutina diaria, y eso era lo que mas le gustaba del asunto; que fuera diario. Que no hubiera oportunidad en la que no lo hiciera. Ella era una persona muy olvidadiza, y tener un habito le resultaba puramente exhaustivo, así que, sostener una actividad que la hiciera diariamente aun que esta fuera de uso solamente psíquico, le venia bien.
Hoy hizo eso.
Siendo una nena de quinto grado con apenas once años había pasado gran parte de su vida rodeada de adultos, así que los temas de política, que la economía va decayendo y que vamos a hacer con los terrenos no era algo que le aburriera como a alguien de su edad. Mejor dicho alguien de su aula, porque ella siempre se compara con los chicos que hace llamar "sus compañeros".
No va a pasar mucho tiempo para que vuelva a hacer eso.
Siete y media de la mañana y Bianca ya estaba levantada. Aunque solo estaba levantada y con cara de somnolienta sobre la mesa, esperando que su mamá le trajera el desayuno.
Bianca vive en un departamento; mas bien, un monoambiente, un pequeño rincón en un edificio de quince pisos; ella y su madre vivían en el quinto, su madre lo llamaba un lugar acogedor y ella el próximo refugio de gatos que habría en la ciudad.
Termino de desayunar y su madre le dijo que esperase el transporte para ir a la escuela, que su ropa ya estaba limpia y bien planchada sobre su cama para que se cambiase y que mientras se estuviese preparando