tengo tantísimas ganas de agarrarte en mis brazos y mantenerte ahí, alejado del mundo para que nadie más pueda posar sus ojos en ti mientras grito a los cuatro vientos que eres mío, mío, mío. pero por otra parte, me siento un egoísta posesivo que sólo quiere encerrarse en un armario y no salir jamás al no soportar la idea de que tú llegues a ver con ojitos brillantes a alguien que no sea yo. me siento demasiado extraño, es algo que no había sentido antes, en realidad. es un temor muy fuerte.
es tonto, pero sé que no dejarás de insistir así que, bueno, bebé, tengo celos. y recuerdo haberte dicho alguna vez cómo me pongo o cómo me siento cuando me atacan los feos celos.
voy a envolverte en mantas y mantenerte pegado a mí, te quiero besar el rostro lentamente hasta que luzcas esa bellísima sonrisa tuya y ya no haya más tristeza de por medio.
bueno, para iniciar... no quiero sonar, cómo decirlo, ¿egoísta? o peor, pues soltero estás, pero quiero decir que eres mi bebé. mi. de anthony, de petunio, de yo. mi, mi, mi. y-y-y no más o terminaré llorando de lo sensible que me he puesto.
espera, ¿qué? no sé porqué se me hizo adorable imaginarte con un puchero y la respiración agitada por haber corrido mucho, además de tu cabellito despeinado, yo— muero.
yo no juego contigo, realmente te quiero. fui sincero, sólo un poco cobarde al no admitir que me daba rabia verte de lado a lado. filomeno, lamento tanto todo aquello... pensar con enojo sobre tu cuerpo, llegar a intentar manipularte para que me mires sólo a mi. soy un necesitado de tu perdón, antes lo era de tu atención (tan única) pero juro que cambié. ya no huiré cuando los sentimientos se me apilen.
yo sé que no he sido el mejor, y que tu corazón está escondido para mí, pero me gustaría que entendieras que no lo hice para lastimarte; de hecho todo lo contrario.