Que sientes cuando te enamoras, cuando te ilusionas, cuando comienza a brillar una chispa dentro de ti. Te acompaña la sensación de las mariposas en el estómago, el corazón acelerado cuando sientes ese boom tan potente en los oídos, el nudo en la garganta, los pulmones que no saben cómo reaccionar, si expulsar el poco aire que queda y morir en el intento de volver a inhalar un poco de oxigeno inundado de la fragancia que nos hace enloquecer. El calor quemando cada parte de tu cuerpo, desde el bajo vientre hasta una bola de fuego que se cuela por tu estómago y sube para revelarse en tus mejillas. Las piernas de flan que no pueden soportar una emoción más y están a punto de doblarse para caer derretida lentamente. Las manos, queman, arden, sudan, ansiosas por tocar lo prohibido, la boca ansiosa y sedienta, con una lengua traicionera que se asoma para humedecer los labios y dejarte en evidencia, y por último los ojos intensos, únicos, brillantes, que se convierten en una laguna profunda con misterios que desean ser explorados.