Cada palabra de cada historia, en realidad, pasó.
Pasó en otro tiempo, otra vida y otro yo.
En algunas historias me fallaron y en otras tantas fui yo quien falló.
Unas veces me lastimaron y otras fui yo quien lastimó.
De cada historia que tuve, tengo heridas propias y ajenas.
Y aunque la persona dueña de la otra parte de la historia, nunca lo lea o ni siquiera sospeche quién soy.
Escribir sobre nuestra historia, es mi forma de decirle que la perdono.
Escribir sobre nuestra historia es decirle que le pido perdón.
Y tal vez esa persona nunca lo lea.
Pero tal vez.
Y solo tal vez.
Alguien por ahí se identifique con la otra parte de la historia y sepa.
Que tengo una cicatriz que lleva su nombre.
Y que si alguna de sus cicatrices llevan el mío, espero de todo corazón que ya no duela y que me haya perdonado.
Que sepa que no me importa si nuestra historia terminó bien o mal.
Sí fui la víctima o el victimario.
Para mí lo verdaderamente importante fue haberlo vivido.
Y que estos escritos son mi humilde homenaje.
A esa historia de amor...
Que no pudo ser.