El lápiz hace un sonido seco contra la tez blanca de aquella hoja desgastada, arrugada, destrozada. La luz amarillenta alumbrando la habitación violenta, como si fuera un lugar desolado, abandonado, quebrado. El único sonido presente son los latidos de mi corazón y de mis lágrimas cayendo en la lámina. El lápiz pasa furiosamente por la hoja blanca, rayando todo a su alrededor, eliminando todo lo que una vez escribió.