Cuando algo se rompe dentro de nosotros, no se nota de forma inmediata. Puede doler, pero con los días se hace mucho peor, cuando perdemos un amor nos decimos "ah, esto pasará y con el tiempo dejará de doler". Pero la vida es muy sabia y cruel, y nos hará recordar que apenas somos un grano de arena en este puto mundo... Pasan los días y recordamos más todos los momentos vividos, todo aquello que planeamos hacer y ahora nunca será posible...el camino a la recuperación es doloroso. Cada día seguimos preguntándonos que será de aquella persona, recordamos todas las cosas que vivimos juntos. Es verdad que todo duele más y el tiempo solo hace lo suyo, más allá de lo que quisiéramos... El olvido no es fácil y el camino que debemos seguir siempre es doloroso, es como estar pagando penitencias, pero sin nuestro amor por aquella persona. No hay que tener miedo porque ante todo siempre queda la lealtad y esos principios básicos que estuvieron presentes en aquella época. No pensemos que con los días la pena se va, no es así, es como un proceso que se vive: primero, es la sorpresa de aquel final; luego, viene la resignación; pero luego, viene más pena aún... Hasta que un día nos levantamos y nos damos cuenta que solo le deseamos lo mejor, que asumimos que no podemos volver atrás. Y aunque aún nos duele, pasa la bendita resignación y de allí en adelante, tratar de no cometer los mismos errores que nos hicieron perder a aquella persona. Seremos mas cuidadosos, mas serenos, somos humanos y por lo tanto somos imperfectos. Solo debemos aprender a ser mejores personas, a dar lo mejor de nosotros mismos sin importar los resultados. Mas vale dar mucho y saber que lo has dado a no dar y después quejarte de lo que te ha pasado. Seamos felices y que nuestros corazones no alberguen rencores, que la vida se encargue de todo aquello... Por eso todo en la vida se merece una oportunidad.