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Changbin movía sus caderas al ritmo de la música, mientras que unas manos sostenían su cintura y un pecho se pegaba a su espalda.
Sonrió. Ni siquiera sabía quién era aquel sujeto, pero definitivamente a ese paso las cosas se pondrían interesantes.
Ya hacía casi una hora desde que se había lanzado a la pista de baile del club buscando divertirse. Los cuerpos sudados lo rodeaban y la música llenaba completamente sus oídos, incluso las luces del lugar hacían aún mejor el ambiente.
Changbin mantuvo aquel tentador baile con el desconocido por unos pocos minutos más hasta que sintió algo duro presionando contra su respingado trasero. Esa era la señal.
Sin embargo cuando se iba a voltear a encarar al tipo y empezar con su cacería de la noche, sintió como la presión en su cintura desaparecía por unos segundos y era reemplazada por una nueva, una aún más posesiva.
Frunció el ceño confundido ante el repentino cambio, bueno, eso hasta que notó algo que lo hizo fruncir aún más las cejas, pero no por confusión, sino por molestia.
Aquella loción...
Era Hyunjin.
—Pensé que habías dicho que no volverías. —habló Changbin intentando no tensarse ante aquel toque y cambiando a fuerzas la expresión en su rostro por una sonrisa un poco hipócrita.
—Lamento decirte que no soy un hombre de palaba. —respondió el menor comenzando a depositar suaves besos por aquel cuello color canela.
—Y yo lamento decirte que me cansé de estar con un gay de closet.—contratacó el mayor fastidiado.
—Maldición, Changbin, ya te he dicho que no soy gay. —el pelinegro detuvo sus acciones, hablando en lo que más bien se escuchó como un gruñido.
—Oh, lo lamento, lo olvidé. Eres tan hetero que te gusta más meter tu polla en mí que en tu novia.—dijo Changbin dándose la vuelta para encarar al imbécil de Hwang.
—Sabes que las cosas no son así...—
—Si no lo son, ¿Qué haces aquí?—
Hyunjin no respondió y Changbin rió.
—Vete, Hyunjin. Lamento decirte que mi culo ya no está disponible para ayudarte a definir tu sexualidad.—
Después de decir aquellas palabras, el castaño comenzó a hacerse paso entre el tumulto de gente intentando alejarse de aquel idiota. Maldición, que ya estaba cansado de ser el maldito experimento de Hwang.
