El amor es a veces cuestión de magia. Pero en ocasiones la magia no pasa de ser una ilusión.
¿Qué puedo decir? A veces hago tonterías. Creo que las papas fritas son la mejor comida del mundo. Toco guitarra sin la guitarra. Me gusta eructar. Pero lo peor de todo es que arruine mi oportunidad con Marisol por hacer caso a los locos tan insensatos como yo.
Marisol fue para mí como el CD de Chopin, que me encantaba. Lo oí mil veces camino a la escuela, pero al llegar al estacionamiento no sé qué hice y se atoro debajo del asiento y no lo pude rescatar. Tuve que remplazarlo por el de Mozart.
Imagínenme confesándoles a mis amigos que yo, el capitán del equipo de basquetbol, salía con Marisol, la capitana del equipo de debates. Créanme; enamorarme de la cerebrito de la escuela no estaba dentro de mis planes. Pero las primeras palabras que me dirigió en su vida me impresionaron:
-¡Ay!, ¿estás perdido? Esta es la bi-blio-te-ca. El gimnasio está en el otro extremo de la escuela, ¿o acaso ya lo olvidaste? –me dijo, como si le hablara a un niño pequeño. ¡Caramba!
Aunque íbamos a la misma escuela, vivíamos en mundos completamente diferentes: ella entre cerebritos y yo abriéndome pasó en los corredores, como Moisés en el Mar Rojo, entre mis admiradoras. Por eso me sorprendió que me dirigiera la palabra.
-Libros. Busco un libro –tartamudeé, incapaz de recordar la tarea que tenía que hacer en la biblioteca. Ella señalo una hilera de libros de Thomas Edison –justo el nombre que yo estaba buscando- y, antes de que pudiera volverme para darle las gracias, ya se había ido.
Cuando me topé con ella de nuevo, estaba en el siguiente pasillo tratando de alcanzar de puntitas una enciclopedia. -¿Necesitas una escalera, o te consigo unas plataformas? –le pregunté, para darle un probadita de su propio sarcasmo.
-Mejor ayúdame -contesto-. ¡Ah, es verdad! Ya sé cuál es tu problema. Los libros son cuadrados, no redondos como los balones de basquetbol. ¿Crees que podrías sostener alguno?
"¡Ah, caray! Esta niña tiene agallas", Pensé entre risas, mientras ella estallaba con una sonora carcajada y sacudía los lápices del numero dos que llevaba prendidos en el cabello.
-¡Es increíble que te haya dicho esto, y toda vía mas que te rías! ¡Esto es absoluto surrealismo! –Sonrió-. ¡Oh!, lo siento por la palabra rimbombante ¿Necesitas un diccionario?, Más risas y carcajadas. Seguimos así durante un rato, hasta que no pude más de tanto reír.
Cada vez que, en el resto del día –bueno, de acuerdo; el resto de la semana- pensaba en ella, tuve la misma inquietante y angustiosa sensación que experimento antes de un gran partido. Invente tantas rutas para llegar al salón y tropezar con ella, y cuando lo logre... no nos dijimos una sola palabra, pero seguimos el juego. Yo aullaba como gorila y ella se moría de risa. O ella se quitaba los anteojos y chocaba con las paredes, mientras sus libros, pluma y transportador salían volando. Pego goma de mascar en mi casillero "para activar las neuronas". Yo pegue en el suyo un par de calcetines deportivos sudados. Dos semanas después de haber iniciado nuestro juego secreto, me invito a salir. Mejor dicho me chantajeo para darle una cita. Encontré en mi casillero una nota que decía que si quería volver a ver mi suspensorio de la suerte, tendría que buscarla en una cafetería cercana. ¿Alguien podría no enamorarse de una chica con semejante sentido del humor?
Después de la primera cita, nos veíamos casi todos los días para hablar de todo: pésimas películas de artes marciales (nuestra obsesión común), el disgusto que me causaba que me tacharan de "deportista" a pesar de mi buen promedio escolar, porque no había perdido mi virginidad... de todas las cosas que de las que jamás podía hablar con mis amigos y que ni siquiera hubiera podido mencionar a las otras chicas con las que había salido. Esto también distinguió a Marisol de todas las demás personas con las que yo había estado antes. Fue la primera con la que me ocurrieron infinidad de cosas: la primera mujer con los arrestos suficientes para invitarme a salir, la primera a la que no juzgue por su talla de sostén o su reputación, la primera persona que me hizo sentir que tengo algo más que ofrecer al mundo que un salto fenomenal, la primera que no se obsesiono con su cabello, su peso o su atuendo en nuestra primera cita, Y también la primera chica de la que no hable en los vestidores cuando mis amigos hacían alarde de sus conquistas el fin de semana.
No paso mucho tiempo de que todos comenzaran a preguntarse porque me ausentaba de los entrenamientos del basquetbol o de los maratones semanales en casa de mis amigos. Para escapar con Marisol ya había inventado tantas excusas absurdas, cuyas posibles consecuencias empezaban a preocuparme, que fue inevitable que mis amigos me interrogaran. Así que tuve que decirles.
-¿Quién? – Preguntaron
-¿No es la chica que usa suéteres hasta las narices? –Preguntaron otra vez mis tontos amigos.
-¿Por qué pierdes tú tiempo con eso? –Volvieron a preguntar.
Suponiendo que en cuanto agotaran sus bromas pesadas sobre Marisol atacarían un nuevo blanco, soporte que se burlaran de mí por rebajarme con un "adefesio". Pero me equivoqué. A partir de ese día, cada vez que yo aludía a Marisol, la tomaban contra ella. Al principio no le di importancia, pero una mañana Justin me pregunto:
-¿Ya pensaste como lograr que se cubra la cabeza con una bolsa en el baile de graduación?, eso realmente me molesto, y en adelante comenzaron a suceder todo tipo de "casualidades", como que no me avisaran de los entrenamientos o que ya no hubiera lugar para mí en la mesa del comedor.
Semanas después de iniciado el declarado rechazo de mis amigos, empecé a dudar de mi buen juicio. En efecto, Marisol no era una de las chicas más bonitas de la escuela. ¿Realmente deseaba que fuera conmigo al baile de graduación? Era muy probable que llevara lápices del número dos en el cabello y una blusa espantosa. Tras analizarla, me convencí de que no era para mí: no le gustaba el basquetbol, mis amigos no le agradaban y siempre se negaba a ir a fiestas del equipo. Además, mi rendimiento deportivo ya no era el mismo a causa de mis frecuentes ausencias de los entrenamientos por estar con ella. En mi opinión, por tanto nuestra relación estaba destinada al fracaso. Al principio intente ser sutil y eludirla, siguiendo nuevos trayectos en los salones. Le prometía llamarle a su teléfono, pero nunca lo hacía. Finalmente un día me acorralo en el pasillo y me acorralo en el pasillo y me exigió una explicación, así que jure buscarla al salir de la escuela. No lo hice. Esperaba que entendiera la señal, pero no fue tan fácil. Al día siguiente me cobro la factura: me llamo cobarde, miserable e idiota frente a toda la escuela y, peor aún, les lanzó a mis amigos una caja con las cartas que yo le había escrito. Me quede sin hablar mientras ellos leían una por una en voz alta y se reían como hienas. Pero lo curioso fue que por primera vez (otra primera vez con Marisol) no me importo lo que mis amigos dijeran ni que me vieran ahí parado como idiota, porque sabía que Marisol tenía razón. Cuando los vi aullar y manotear entre sí, me di cuenta de que correspondía el honroso título de ser el primero en nuestro patético círculo en madurar.
Quisiera poder decir que esta historia tiene un final feliz; que le suplique a Marisol que volviera conmigo y que ella accedió, pero no es así. Bueno, solo lo primero es cierto, le rogué, le implore, le atesté de notas su casillero, la perseguí por toda la escuela. La tenia asediada cuando finalmente supe que era demasiado tarde: ya se había ido a rebajar con un tonto.
Acabo de enterarme que Marisol esta por graduarse y de que fue aceptada en una universidad de otro estado. Todavía me siento un poco triste cuando pienso en ella y en todo lo que pudo haber sido, pero también estoy agradecido de haber aprendido tanto a su lado. Sé un poco más sobre mí, sobre mi verdadero yo, no solo sobre el héroe de la universidad, y acerca de lo que "puedo" ser, a pesar de lo que piensen o digan mis amigos.
Así que, Marisol si estás leyendo esto...
Gracias.
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Lo más por lo menos
Short StoryCuando reflexionas sobre tu vida, descubrirás que los momentos en los que realmente viviste fueron aquellos en los que actuaste movido por el amor y marcaron tú corazón, así como tú marcaste el mío. "Marisol G"