fifteen

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Cinco años después.

Central Park Place, Nueva York.


El otoño estaba por llegar a su fin y la ciudad de Nueva York se encontraba cubierta por una impresionante capa de nieve. Los ojos chocolate de Cassandra vieron a través de los ventanales de vidrio y soltó un bostezo mientras cubre su boca. 

Estaba exhausta y no sabía por qué. 

Pero, era de nuevo su trastorno diciéndole que tenía que cerrar las cortinas, apagar las luces, meterse entre las sábanas y ponerse a dormir. Demonios, parecía una muy buena idea. 

Ni siquiera pudo cerrar las cortinas, por que su perro, Yoda, comenzó a ladrar.

—¿Yoda? —le habló algo confundida, y quizá, ligeramente nerviosa.

No esperaba a nadie, no ese día. 

—¡Yoda, ven acá! —le llamó con confusión.

El labrador negro de dos años llegó corriendo en su dirección y comenzó a brincar emocionado. Cassandra sonrió un poco ante su comportamiento y acarició su cabeza.

—¿Qué dices si dormimos, Yoda? ¿Quieres dormir? —le preguntó frotando su cabeza.

—No creo que ese sea un buen plan, Cassie.

Se paró de un brinco y se giró sobre sus talones para encontrarse con un hombre de cabello largo y despeinado, barba desaliñada y mirada tierna. 

Spencer Reid había cambiado demasiado en cinco años y sin embargo, seguía luciendo igual de atractivo que la primera vez que Cassandra lo vio.

—¡Spence! —chilló con emoción al verlo dejar las llaves en la mesa de cristal. 

Dejo a Yoda para correr a los brazos del doctor, quien tiró su maletín para tomarla por los muslos. Se besaron con emoción y desesperación después de estar dos semanas sin verse.

—Oh Dios, te extrañe tanto, tanto —susurró Cassandra tomando con sus manos las mejillas de Spencer.

—También te extrañe, amor —respondió Spencer, provocando que sus narices se rozaran.

Amor. Sí. Habían pasado demasiadas cosas en esos cinco años y el primero fue el crucial ya que Spencer había logrado cumplir su promesa a Cassandra y la visitaba cada que tenía un espacio libre. Muchas veces salía por la madrugada para llegar a desayunar con Cassandra y otras veces llegaba justo para la hora de la cena. 

𝐔𝐍𝐏𝐑𝐎𝐅𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋 (s. reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora