Al llegar a casa el sentimiento de culpa había aumentado a gran escala. Marinette había recibido varias llamadas de Luka de las cuales ella no lograba contestar. Sabía que tenía que a hacerlo si no quería levantar sospechas de su infidelidad, pero no encontraba las fuerzas para ello. Ya era bastante grave no llegar a dormir.
No sabía cómo podría darle la cara a su marido después de lo que hizo. Tenía que construirse una excusa muy buena para salir ilesa y no arruinar su relación. Era la peor esposa de la historia.
—¿Marinette?
La necesidad de llorar le golpeó el corazón en el momento en el que Luka se acercó para abrazarla con fuerzas. Marinette se hundió en su cuello y resistió las lágrimas.
—Estaba tan preocupado por ti, por poco amanece —dijo Luka que no podía ocultar su alivio—. Te estuve llamando, ¿qué pasó?
Este era el momento. La mejor de todas las excusas tenía que surgir ahora.
—El celular se me descargó —responde—. Lo lamento, no debí irme después de que discutiéramos. Tenías razón, es mejor hablar las cosas.
Estuvo mal. Fue tanta la frustración de querer que su vida cambiará cuando habló con Luka que ni siquiera pensó al haber decidido que lo mejor era irse para despejar su mente. Fue una terrible idea. Debió de haberlo sabido, nunca era bueno huir de una conversación. Lo mejor siempre era hablar para aclarar los problemas y ahora las consecuencias de su error la perseguirán toda la vida.
—Lo importante es que ya estás aquí —dijo Luka, apartándose un poco.
—Sí, después de pensarlo por toda la noche en casa de mis padres supe que debería volver para hablar contigo.
Luka toma su rostro entre sus manos y sonrió.
—Descuida, todo está bien ahora.
Esa había sido una forma rápida para deshacerse del problema. Sin querer Luka ayudó a Marinette a ocultarle la verdad. Le hizo pocas preguntas y ella las respondió con seguridad en su habla. La costumbre de las mentiras aún le servían y no la enorgullecen.
Después de una ducha, Marinette no se apartó de Luka durante el resto de la madrugada. Lo único a lo que aspiraría a partir de ahora era compensar a Luka por lo que le había hecho. No quería verlo sufrir jamás. Decidió que lo mejor sería omitirle lo que había pasado entre Adrien y ella.
Marinette abrazada a él bajo las cobijas al fin sintió un poco de paz.
***
—Tranquila, no me volverás a ver —dijo Adrien detrás de la puerta. Sabía que a Marinette le pesaba lo que acababa de suceder, y quería que supiera de su viaje para quitarle, aunque sea un poco la culpa—. Saldré de París por trabajo. No tendrás que volver a verme.
—Espero que tengas un buen viaje, Adrien —le respondió Marinette, aun sin encontrar las fuerzas suficientes como para despegarse de la puerta que los separaba.
Ese recuerdo mantuvo a Marinette tranquila todo este tiempo. Y fue ese mismo pensamiento que la hizo querer atreverse a hacer algo que no había hecho antes por el miedo al rechazo.
Su sueño. Adoraba la moda desde niña y por algunos problemas no fue capaz jamás de ver por su sueño. Quizás ahora podría ser el peor momento para postularse como candidata para ser parte de la agencia de diseñadores de Gabriel Agreste, pero sabía que, si no lo hacía ahora, se iba a arrepentir toda su vida.
Durante todo un mes estuvo confeccionando varios diseños para poder presentarlos el día que fue tachado en su calendario como el inicio de su carrera. Había jurado no volver a ver a Adrien después de lo que pasó, y gracias a Alya fue como pudo confirmar que Adrien y Kagami se mudaron a Japón. No corría ningún riesgo de encontrarse a Adrien en la empresa de su padre. Eso la mantenía tranquila.
—Gracias, mamá, vendré después de que me desocupe —le dijo Marinette antes de despedirse con un abrazo.
Había llegado el día. El día que la acercaba al trabajo de sus sueños. Tan rápido como dejó la casa de sus padres se fue sin contratiempos hacia al edificio de modas más prestigioso de París. La recepción estaba llena de aspirantes como ella, pero no se desanimó, las palabras de aliento de Luka, de sus padres y de Alya le sirvieron muy bien para no soltar la toalla estando tan cercas.
Reconoció a Nathalie a pesar de que se veía muy cambiada, hace mucho que no la veía persiguiendo a Adrien para que siguiera su apretada agenda cuando era un adolescente. Le sorprendió que aun trabajara para Gabriel Agreste. ¿Acaso nunca necesitó un descanso de esa familia?
Nathalie era la encargada de hacer pasar a todas las personas que esperaban sentadas. Había muchachos incluso más jóvenes que Marinette y eso la intimido un poco. ¿Será que ya paso su mejor época para la creatividad? Después de todo, sus mejores diseños siempre los hizo durante la secundaria y preparatoria.
Decidió no pensar mucho en eso, si lo hacía no sería suficiente el apoyo que recibió de su familia para convencerla de llegar hasta aquí.
—¿Couffaine Dupain, Marinette? —Nathalie la nombró finalmente.
La asistente no quiso mostrarse muy sorprendida al reconocer ese nombre. Era fácil recuperar la compostura cuando estaba acostumbrada a siempre permanecer seria.
Marinette se levantó después de dar un suspiro y abrazando su portafolio se acercó a Nathalie que estaba de pie junto a la puerta de la que podría depender su futuro.
—¿De verdad es usted? —dijo Nathalie, reacomodándose sus anteojos al tener a Marinette de frente.
—Sí. Es un placer volver a verla —dice con cierta emoción porque Nathalie no la había olvidado como talvez había creído cuando dejó de ver a Adrien luego de que terminaron la preparatoria.
Nathalie le abrió la puerta y las luces brillantes la cegaron un momento. Era un salón con muchas luces que apuntaban al escenario que tenían frente a ella. En él había un joven que parecía salir de la universidad, señalaba el dibujo que sostenía un caballete y sonreía con amplitud, mientras explicaba el tipo de telas, la inspiración y la complexión que podría tener ese diseño.
Él se dirigía a los jueces que estaban despaldas a Marinette, no quiso ni fijarse de quienes se trataban para que no la dominaran los nervios. Tampoco es como si tuviera mucho tiempo para observar ya que una mujer se le acercó para hacerla pasar por un pasillo que la llevaría a otro salón del cual debería esperar otra vez.
—Si sigues derecho encontraras una puerta roja y ahí estarás detrás del escenario —le informó la mujer chaparrita antes de desaparecer de nuevo por donde entraron.
Marinette vio el angosto pasillo y sin darle muchas vueltas caminó como le indicaron. Iba tranquila, cualquier cosa que el destino le tenía preparado para esa presentación lo aceptaría y seguiría con su vida o quien sabe, quizás encuentre alguna otra agencia de moda que busca personal nuevo.
Justo antes de que pudiera ver al final la puerta roja, otra se abrió frente a ella y se congeló al mirar quien salió de esta con algo de enojo. Los dos compartieron una mirada sorpresiva y extrañamente el corazón les golpeó con fuerzas al perderse en sus ojos.
—¿Marinette?
—¿Adrien?
Una vez más se veían cuando habían jurado no volver a verse jamás. ¿Acaso está era una mala jugada del destino que quería que la culpa los consumiera por completo?
Adrien se quedó frente a ella y a diferencia de la primera vez que se reencontraron, no se mostraba contento. Marinette tampoco fue tan diferente a él al fruncir el ceño y al entrecerrar sus ojos.
Podrían mostrarse inconformes con verse otra vez, pero muy en el fondo los dos sabían que una parte de ellos mismos volvió a encenderse cuando contemplaron sus ojos.
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¡¿Casado con la persona correcta?! [Nueva versión]
RomanceUno siempre se imagina a Adrien y Marinette casados con tres hijos, una casa y un hámster. ¿Qué pasaría si en realidad se casaron con otras personas (Luka y Kagami)? Gracias a un reencuentro y a un error fue como se volvieron a cruzar en el camino d...