1. Error

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¿Cómo habían terminado aquí? El calor de un cuerpo cálido junto al suyo nunca se había sentido tan acogedor. No entendía esa sensación de alivio de estar envuelta en unos brazos fuertes que la abrazaban con sentimiento. Es como si él estuviera soñando con perderla, al menos Marinette así lo sentía.

Él aún dormía y ella no quería abrir los ojos. Ya conocía este cuerpo, lo había tenido ya muchas noches después de haberse convertido en su esposa. Ella se aferró a él y su relajación terminó en tan solo un parpadeo. Tan rápido como miró donde estaba se apartó del hombre con quien creía compartir un documento matrimonial.

Esta no era su habitación. No era su casa. No tuvo siquiera que pensarlo mucho para saber que se trataba de una habitación de hotel. Lo podía ver desde la cama con sus sábanas opacas y la bonita vista a la ciudad que tenían en la ventana. Se sentó y tuvo un escalofrío terrible por todo su cuerpo.

Se apartó el cabello de la cara. Su cabeza le estaba doliendo, le otorgaba el mérito al alcohol ingerido de la noche anterior. Sí, eso explicaba porque lo había hecho. Una ráfaga de recuerdos llegó a ella destellando de dolor.

—¿Marinette?

Marinette se giró hacia esa voz que le pareció familiar. En cuanto vio a su viejo amigo sentarse junto a ella en la barra dejó de sentirse tan sola dentro de un bar repleto de gente.

—¡No puede ser! —exclamó Marinette con una sonrisa sincera—. Hace tanto que no te veía.

Ambos compartieron un abrazo corto y tuvieron vista hacia la enorme repisa de licores al que el barman tenía acceso.

—Lo sé —le responde él—. ¿Qué haces aquí? Creí que no te gustaban estos lugares.

—Y siguen sin gustarme.

No le gustaba tomar, tenía muy poca resistencia al alcohol y eso siempre era un problema para poder guardar sus secretos. Con el tiempo se acostumbró a no tomar para proteger su identidad, y cuando dejó de necesitarlo, seguía sin tener ganas de probarlo.

—Solo que... este es el lugar menos indicado para encontrarme —dice Marinette con una sonrisa suave—. Quiero estar sola un rato.

Él le sonrió y levantó su mano para llamar la atención del barman que los miró con atención.

—¿Podría servirle uno igual a mi compañera? —pidió y la miró de reojo—, yo invito.

El barman asintió y en unos segundos le sirvió el vaso de whisky a Marinette que sólo le sonría a su viajo amigo. Normalmente en algún otro momento, Marinette se hubiera sentido incómoda con beber, sin embargo, que viniera de él lo hacía diferente. En fin, ¿qué era lo malo que podría pasar?

—Bien, Marinette —Levanta su vaso a su dirección—, estemos solos juntos.

Los dos chocaron sus vasos con delicadeza y bebieron con una sonrisa sutil.

Marinette apoyó sus codos sobre sus rodillas. No sabe porque se le ocurrió que tomar sería buena idea. Había muchas películas así. ¿Acaso nunca pudo entender la desgracia de la gente de la televisión? Ni siquiera quería pensar en lo siguiente que pasó porque la culpa la acabaría.

El hombre a su lado se movió. Marinette se hizo a un lado. La sábana que los cubría destapó gran parte del dorso trabajado de él, Marinette no se atrevió a mirar. Eso iba a hacer que no pudiera con la culpa. Sus mejillas se calentaron. Si él estaba desnudo, significaba que ella también lo estaba.

Sin querer, soltó un grito y se alejó tanto que no sintió cuando se había terminado la cama y cayó despaldas al suelo. La sábana se vino con ella y se cubrió con mayor velocidad al escuchar su voz.

¡¿Casado con la persona correcta?! [Nueva versión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora