Pasar todo un día con su pequeño hijo había resultado un verdadero reto para Jeong YunHo.
Pero ahora tendria que pasar una semana cuidando a su angelito travieso, veinticuatro horas, durante siete días, un total de ciento sesenta y ocho horas.
Sería...
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Un molesto bebé WooYoung se aferraba a los barrotes de su cuna, era de mañana y el necesitaba con mucha urgencia llenar su pancita regordeta.
Se había levantado hacía aproximadamente una hora atrás, había estado jugando con el señor conejo mientras esperaba que su papá llegara por él y le diera un enorme biberón con chocolate, de ese que su mami JongHo le prohibía.
Pero su pálido padre simplemente no llegaba, y su pancita estaba haciendo ruiditos extraños.
¡Queria leche con chocolate y galletas de vainilla!
Aunque no tuviera suficientes dientes para morderlas, le encantaba mojarlas de babita para sentir el dulce sabor.
Con el ceñito fruncido, se acercó a una esquina de la cuna en donde había varios peluches uno encima de otro, formando una especie de montaña, subió su piecito regordete en la montaña de peluches y estirándose logró alcanzar el broche con el que mantenian la cuna cerrada.
La parte frontal de la cuna se abrió luego de un forcejeo por parte del bebé hambriento y WooYoung rodó con todos los peluches aferrándose al señor conejo, afortunadamente el piso de su habitación tenía un alfombrado especial de goma y no le pasó nada.
Una vez fuera de la cuna corrió directamente a la habitación del frente, las puertas de las habitaciones acostumbraban a dejarlas abiertas, para escuchar con más facilidad a WooYoung.
Un YunHo dormido entre la comodidad de su cama fue lo único que WooYoung alcanzó a ver una vez se puso de puntitas sobre el borde.
—Papá, papá, amm.— La vocecita de WooYoung fue tan ligera para el pesado sueño de YunHo, que ni siquiera se inmutó.
—Paaaa, ammm.— El pelirosa se dio la vuelta cuando sintió unos diminutos deditos rozarle la nariz.
WooYoung gimoteo y gateando se dio la vuelta hasta la otra orilla de la cama, aferrándose a las sabanas, trepó hasta quedar sentado frente a la cara de YunHo.
—Papá, amm.— Las manitos del bebé se apretaron en las mejillas de YunHo sin ningún indicio de buenos resultados.
Sus ojitos se llenaron de lágrimas y estaba a punto de llorar como si la vida se le fuera en ello, hasta que giró su cabecita topándose con la pequeña lámpara y algunas libretas, el hambre se le olvidó por un momento al ver los marcadores de colores sobre una carpeta.
Varios minutos después, YunHo sentía que le hormigueaba el rostro, frunció el ceño y se pasó la mano tratando de ahuyentar la sensación.
Escucho leves balbuceos y poco a poco abrió los ojos, WooYoung estaba jugando con los marcadores, las sabanas de su cama estaban todas pintadas, tuvo deseos de cerrar los ojos nuevamente hasta que de pronto sintió como todo el sueño y la pesadez se iban de su cuerpo.
¡El había dejado a WooYoung en su cuna la noche anterior!
¡¿Como se suponía que estaba ahí sobre su cama?!
Se sentó de golpe tomando a WooYoung en brazos para comprobar que no estaba soñando, el bebé se retorció intentando tomar los marcadores que había soltado sobre la cama.
—¿WooYoung qué haces aquí?
—¡Papá!
—Hey bodoquito, te estoy hablando.— YunHo giro a su bebé sobre su regazo, cuando enfocó la mirada en sus regordetas y esponjosas mejillas, soltó una sonora carcajada que hizo reír a su pequeño hijo sin saber el verdadero motivo.
WooYoung se había pasado los marcadores por su carita llenándola de tinta, se veía bastante gracioso a los ojos de YunHo.
Sin embargo su risa disminuyó notoriamente al ver las sabanas llenas de rayones por todos lados.
Definitivamente tendría que lavarlas.
—Papá, amm.— WooYoung se llevó las manitos hasta su pequeña boquita para succionarlos.
—¿Amm?
—Amm amm.
YunHo frunció levemente el ceño tratando de recordar.— Amm... ¿Qué significaba amm?— Los gimoteos de WooYoung se hicieron notar en cuanto su pancita volvió a rugir exigiendo comida.— Ah claro, comida.
YunHo se levanto de la cama con WooYoung en brazos, salió de la habitación y se asomó a la del bebé, el desastre que vio allí le hizo suspirar y negar con la cabeza, no le sorprendía el hecho de que WooYoung había escapado, su hijo aveces era demasiado listo para su corta edad.
Llegaron a la cocina y el Jeong mayor abrió el refrigerador dispuesto a preparar un enorme biberón de leche para su hijito, pero para su desgracia, no había rastros de leche alguna.
Con toda la pesadez que su cuerpo podía soportar, limpio la carita de su hijo y salieron rumbo a la tienda más cercana, a YunHo le parecía extraño que la gente lo mirará tanto, sabía que llevaba puesta la pijama bajo su abrigo, pero no era para tanto.
Es decir, YunHo sabía que él y su pequeño bebé eran muy guapos pero las miradas que les daban eran bastante incomodas.
Una vez hubieron regresado y YunHo hubo alimentado a su bebé glotón, tomó las sabanas de la cama para ir a lavarlas, se acercó al lavamanos y en cuanto sus rasgados ojos hicieron contacto con el espejo, supo la razón de todas las miradas fijas en su persona.
WooYoung había hecho una muy colorida y llamativa obra de arte abstracta sobre su rostro.
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