Capítulo 2

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Estoy tirada en el sofá del comedor escuchando musica a toso volumen para no pensar más en lo que no debo.

Observó el techo y pienso en como es la casa, demasiado grande para mi gusto. El comedor, donde me encuentro, esta conectado con la cocina que a su vez con el patio trasero. Enfrente de la entrada hay unas escaleras que llegan a la habitación de mi hermano y la mía, con vamos propios. Debajo de las escaleras hay una puerta, aprovechando ese hueco, donde se encuentra el baño del primer piso.

Me levanto del sofá a desgana y voy a la cocina para abrir un armario y poder coger mis queridos Doritos, y, a continuación, subir a mi habitación para terminar de evadirme de la realidad dibujando.

Subo las escaleras con calma, echando cada chirrido que causas bajo el peso de mis pisadas. Llego a mi habitación y la miro brevemente, es bastante grande, con la cama en medio de dos ventanales que van desde el suelo hasta el techo. A mi derecha hay un escritorio con un portátil encima y todos mis utensilios para dibujar a mi gusto. Un poco mas al fondo hay un gran armario y, al lado izquierdo de este, hay una puerta que da a mi baño privado.

Me siento en el escritorio con tranquilidad, abriendo el paquete de Doritos  y comenzar a comer escuchando mi grito favorito a todo volumen. Agarro el block y lo abro por una hoja cualquiera para comenzar a hacer el boceto de cualquier cosa.

Mi imaginación es extraña a la hora de dibujar,  pero así me mantengo ocupada y dejo de pensar en el accidente y que desde entonces veo cosas extrañas. Veo fantasmas, si se pueden llamar así.

Cuando desperté en el hospital, unas horas más tarde, veía a gente con tonos de piel amarillento enfermizo o azul violáceo. Colores que, claramente, no tiene un vivo. Iban con miradas perdidas intentando hablarles a los enfermeros, los cuales no les hacían ningún caso.

Al principio pensé que a los enfermeros a los cuales les hablaban estaban muy ocupados como para atender a la pregunta que hacían todos los enfermos; "¿Qué ha pasado?". Me di cuenta de que eran fantasía cuando uno de ellos, un enfermero, atravesó a unos de los enfermos cuando intentaba hablar con él.

En ese preciso instante, un quemazón comenzó a extenderse por mi antebrazo izquierdo hasta que se dibujo en el un pentagrama, como si estuviese tatuado.

James primero pensado que era estrés pos traumático, pero al final decidió que era bueno que hablase con un psicólogo. Alguien que pudiese tratar lo que me estaba pasando. Aunque solo me podían pasar dos cosas: me estaba volviendo jodida mente loca o los veía de verdad.

-¡Skyler, ya he llegado con dos pizzas familiares barbacoa!- grita mi hermano haciendo que pegue un salto en el sitio al pillarme desprevenida. Al no enterarme de que había entado en asa, al gritar, casi hace que estropee el dibujo que estaba realizando.

Miro la hora en el reloj del móvil y me doy cuenta que llevaba dos horas y media dibujando, escuchando musica y divagando sobre mi locura.

Dejo el bock  sobre el escritorio y bajo las escaleras apresuradamente ya que, como estaba distraída dibujando, no me había dando venta del hambre que tenia.

Entro a la cocina mirando a mi hermano con una sonrisa.

-¿Que tal la psicóloga? -pregunta abriendo una de las cajas de pizza por dejar que enfriara un poco para poder comerla.

Antes de contestar me siento en uno de los taburetes de la isla que hay en medio de la cocina y miro la pizza con mucho deseo, estoy hambrienta.

-Le he dicho lo mismo que a los otros.-respondo simple.

-Skyler, necesitas hablar con alguien que no sea yo.- dice algo molesto y cansado de la misma conversación de siempre.

-James, mira, te prometo que intentaré relacionarme con alguien pero no pienso ir a la psicóloga. - digo decidida y molesta por su insistencia en que vaya a un jodido psicólogo.

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