III - Flor de seda

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Habían pasado un par de días, con total normalidad, no hubo más ataques a la ciudad, tampoco conocí gente nueva, lo único en lo que tuve mi mente esos días habían sido las clases extra que había tenido que dar con Benediz, mi tutor. Me había enseñado un mapa de toda Mondstadt y había tenido que saberme los nombres de cada zona, que flores y frutos se pueden recoger y hasta donde habían colocado en el pasado las estatuas para del arconte Anemo. Esa había sido la parte teórica, pero mi parte favorita, la táctica, había sido mucho mejor. Él siempre llevaba una espada ligera forjada en acero (sí, era muy importante conocer las espadas de cada uno), lo que más me llamaba era el color turquesa y lo muy simétrica que era, realmente mostraba bien la forma de trabajar de su portador.

Durante estos dos o tres días, había pasado las mañanas en el colegio, dando lo mismo que el resto de los alumnos, y casi sin enterarme de nada, sólo de las materias más normales que ya había dado antes de convertirme en lo que soy ahora, pero cuando llegaba historia, maestría elemental o lucha, yo era un cero a la izquierda, pero por las tardes empezaba lo bueno, especialmente los días de lucha, mi tutor me había enseñado cómo coger mi mandoble, técnicas de lucha y hasta poses, incluso llegamos a practicar cómo lanzar una habilidad, aunque ni una sola chispa había salido de mi mandoble.

— Mañana es un día clave. - Dijo Benediz, sentándose en un banco, en la zona de entrenamiento del colegio.- El director y Jean han programado una excursión, bueno, dos.

— ¿Por fin nos dejarán salir fuera? -Dije reposando con delicadeza el mandoble en el suelo, y sentándome a su lado en el banco.

— No solo eso, si no que pretenden encontrar un grupo de pocos Hilichruls para que luchéis contra ellos. Yo me he opuesto. -Mi cara de sorpresa llegó en el momento de silencio, él sabía lo mucho que quería luchar, y su sinceridad me había dejado totalmente sin palabras.- El año pasado en segundo fue cuando por primera vez se enfrentaron a los monstruos, aún sois demasiado jóvenes pero bueno... Nadie hizo caso de mis advertencias.

— Pero profesor, hemos practicado un montón, vale quizás yo vaya más atrasada, pero he visto a mis compañeros entrenar tela de tiempo.

— Lo sé, lo sé, pero es precipitado, igualmente Jean dijo que quería tener a todos los nuevos con una buena preparación, mi opinión no le importó, sólo he conseguido que tengáis que firmar un documento de aceptación por vuestros padres. - Una sonrisa se dibujó en mi rostro, empecé a aplaudir de repente de lo contenta que estaba, mamá me iba a dejar ir seguro segurísimo.- Toma tu autorización.

Cogí aquel pequeño papel con más ganas de las quería, casi podía haberlo roto aunque no lo hice. Rápidamente cogí el mandoble, lo coloqué en su stand, y me fui corriendo del gimnasio, despidiéndome del profesor con la mano mientras él seguía sentado ahí, despidiéndose también de mi. Me encontré con un par de compañeros pyro mientras bajaba los peldaños del segundo piso de la ciudad, apenas pude distinguir quienes eran, estaba tan emocionada por contarle a mamá lo de la excursión que pasé de todo cuanto me rodeaba.


Al llegar a casa, tiré a un lado la mochila con un par de libros y los apuntes, mi madre estaba sentada en el sillón al lado de la chimenea, con sus pies reposando sobre la mesita de café, en la que había una taza que desprendía un olor a chocolate y aun soltaba el humito de cuando está recién hecho. Sobre sus manos reposaba abierto el libro ''Costumbres de Liyue'', su libro favorito.

— Qué tarde llegas hoy, cielo, casi pensaba que tendría que cenar yo sola. - Mi madre señaló sobre la mesa del comedor un todavía humeante plato de carne con fruta o verdura.- He preparado un estofado de carne y manzana del norte, no es bueno comer tanto antes de cenar, pero mientras hablaba con la vecina, me enseñó la receta y no pude resistirme a probarlo.

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2021 ⏰

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Arkan, Fuego en su interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora