VI

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"Flor"


Claude se llevó ambas manos hacia su cabeza, suspiro con cansancio al estirarse hacia atrás apoyándose en el asiento que aunque pareciera cómodo no lo era o al menos no en ese momento. Sus ojos se dirigieron rápidamente a la otra persona en la habitación, que por un momento olvido que estaba allí, la miro por un momento analizándola y tratando de recordar si se hablaba de ella en alguna de los libros de la novela.

De forma rápida les explico, hace no mucho más de dos meses se había presentado frente a él una mujer de nombre Nihil, ella había expresado su deseo de servirle a la princesa como una profesora más. Claude estaba seguro en rechazarla al no recordarla en ninguno de los libros, pero de forma muy insistente Lillian le aseguro que aquella mujer era la indicada para enseñarle a la princesa, decidió confiar en la castaña y aceptar a la Nihil sin antes advertirle sobre las consecuencias de hacer mal su trabajo.

-Entonces su majestad ¿Acepta mi sugerencia? – preguntó mientras apoyaba una de sus manos en su cintura – Esta es una gran oportunidad para la princesa, su majestad ha presentado fuertes signos de poseer la flama imperial y junto a ello la bendición de nuestro dios – volvió a hablar con un timbre más emocionado en su voz – Por favor le pido que lo considere, el que la princesa empiece a estudiar lo más rápido el arte de la magia la beneficiara para el futuro – Claude podría jurar que esto era lo que buscaba desde el principio la mujer –

-Lady Nihir, ya hemos hablado sobre esto y mi respuesta sigue siendo negativa, mi hija, la princesa es muy joven para empezar a practicar la magia, podrían ocurrir accidentes que pondrían en peligro su vida y aquello es lo último que quiero – Habló con firmeza mientras le dirigía una frívola mirada a la dama quien no se vio afectada en lo más mínimo – Le pediría que deje de insistir en aquello, mi respuesta siempre será no –

-Su majestad, usted está siendo egoísta en este momento – Nihil se acomodó un mechón de cabello mientras miraba de forma sería al emperador – Si usted se niega a enseñarle desde una temprana edad, puede que al crecer no pueda controlarla y al nunca usarla pueden haber desbordes que afecten su salud, mucho peores de lo que mis clases podrían afectarle – reclamo aun con una posición firme – Si usted acepta, yo misma me encargare que la princesa no sufra ni siquiera un rasguño, es un juramento – sus ojos grises chocaron con los ojos de joyas del emperador que la miraban firmemente – Si a la princesa le llega a pasar un solo rasguño en cualquiera de mis clases, yo misma cortare cada parte de mi cuerpo – finalizo, Claude ya no sabía si aceptar o no y luego de unos largos minutos hablo finalmente –

-Tienes un mes de prueba para enseñarle – se levantó de su asiento y se acercó a la mujer quedando cara a cara – pero si algo le llega a pasar, rogaras estar muerta – un suave escalofrío recorrió el cuerpo de la mujer quien sonrió levemente y con una reverencia se despidió del emperador quien bufo con molestia –

Llevándose una de sus manos al puente de su nariz se masajeo el mismo repitiéndose mentalmente que nunca más haría caso a lo que Lily dijera o sugiriera.

Luego de unos minutos su mente divago hacia otra cosa la cual lo divirtió de forma extraña y busco una carta que venia del ducado Alfierce, sus ojos brillaron con molestia y cierto aire a diversión al recordar el contenido de la misma:

-Al parecer Nihil no es uno de mis únicos problemas ¿No es así traidor? – sonrió para sus adentros mientras destrozaba la carta con una suave llama – Quiero ver a mi hija – murmuro con cansancio mientras salía de la oficina –

/... /


Las risas llenaban uno de los jardines del esmeralda, cualquiera que viera reconocería al instante la risa de la pequeña princesa que se burlaba con inocencia de sus compañeros de juegos y quien diría que aquellos serían el gran caballero escarlata y la dama blanca, ambos caballeros reconocidos por el mismo emperador que ahora se doblegaban ante la hermosa sonrisa que les regalaba la infante de cinco años que corría de ellos mientras les gritaba ¡Atrápame! ¡Atrápame! o escalaba los arboles sin miedo a que pudiera caerse sacando obviamente un suspiro de terror de los adultos que la cuidaban, ninguno quería que la flor del imperio se lastimara y mucho menos querían estar frente a la furia de un padre que no sabe cómo reaccionar ante el llanto de dolor de su hija.

Father In Love [CANCELADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora