Vida;segunda parte

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Después de  eso todo fue conmoción y entre tristeza y coraje lo único que pudimos hacer fue abrazarnos, mi padre y yo lloramos demasiado y por mucho tiempo, pero lo que en ese momento era más importante: el cómo mi madre iba a reaccionar, no tuvimos que esperar mucho pues mi madre llegó con mi otra hermana, su reacción fue como la de cualquier madre que ama a sus hijos,  se arrodilló en el suelo y le suplicaba a Dios que todo fuera una pesadilla, no podía creer que su niña ya no estuviera, que toda una vida se desvaneciera en unos cuantos segundos.

Lo demás fue como cualquier evento de ese tipo, la familia, amigos, flores y rezos, pero nada de eso me iba a regresar a mi hermana,  yo no quise irme con mis padres al sepelio, recuerdo que me quedé de pie frente al lugar donde ella murió, maldecía a todo el mundo y culpe hasta a Dios por lo que sucedió, mi padre me tomó de la cabeza y me pidió que ya no sufriera, que ella debía vernos unidos y no pude más que llorar,  le pedí que me dejara las llaves del coche y le dije que no se preocupara, que iba a estar bien, antes que se marchara me quité la chaqueta de piel, esa chaqueta que tanto le gustaba a ella, le pedí que si era posible la sepultaran con ella, en ese tiempo era lo único que yo le podía dar.

Manejé muy despacio hasta llegar a los funerales, recuerdo que desde la puerta la gente me veía entrar, mi padre en uns esquina fumando y mi madre en un sillón llorando, caminé hasta el ataúd sin hablar con nadie, la vi por la ventanilla del ataúd y no lloré, no pude llorar al verla como dormía,  venían a la mente todos los recuerdos que compartimos, como cuando nuestras habitaciones las convertíamos en naves espaciales, o salíamos al jardín convirtiéndonos en grandes exploradores que descubrían lugares nunca antes vistos, toda una vida pasó en unos cuantos segundos.

El sepelio fue lindo, la misa fue hermosa con un sermón sobre la muerte y lo que fue desgarrador fue ver como introducían el ataúd en la fosa, mis padres gritaban que les arrebataban a su hija, yo llorando abrazando a mis hermanos y todo terminó, la tierra empezaba a cubrir su ataúd y todos comenzaron a retirarse, todos menos yo.  Cuando ya se habían marchado y antes de que la máquina terminara su trabajo, tomé un poco de tierra con mis manos y me despedí le ella con una promesa :

” No me importa el tiempo que me lleve lograrlo, no sé si alguien va a creer en mí, pero te juro que esto no se repetirá una vez más, te juro por tu memoria que todo el mundo conocerá tu nombre. "

Diez años han pasado desde su muerte, y después de luchar con todas mis fuerzas por cumplir esa promesa e impartido más de 6,000 conferencias y estoy convencido de que he podido lograr que miles de jóvenes hayan dejado la idea de suicidarse después de escuchar mis pláticas, la promesa no está cumplida del todo puesto a que todavía hay millones de jóvenes que sufren como ella y otros tantos que cometen el mismo error, pero lo que si es un hecho es que mientras tenga fuerza en mi corazón no me detendré, sere inalcanzable en mi lucha.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2015 ⏰

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