Tema: Conociendo a la familia del otro.
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Tras un largo día de trabajo, España llega a su casa. Se afloja la corbata una vez que cae pesadamente sobre el mullido sillón, dejando su portafolio sin cuidado a un lado. Respira hondo e intenta olvidar el hecho de que a penas es miércoles y que mañana debe regresar a lidiar con el pesado de su jefe. El sonido de pisadas provoca que dirija su atención hacia las escaleras, de donde baja el argentino. Frunce el ceño y carraspea cuando pasa de largo a la cocina. Se pone en pie para seguirlo, repitiendo el sonido gutural. El joven de veintiún años rueda los ojos ante la infantil actitud.
—Hola papá, ¿qué tal fue el trabajo? —pregunta, mientras llena un vaso con agua.
—Igual que siempre, Portugal insiste en que debería comprometer a tu hermano con su hijo. Ya no sé cómo excusarme de todas las invitaciones que me hace sin sonar grosero —platica satisfecho de tener alguien con quien expresar sus quejas.
—Vos no te preocupes, dile que México ya trae novio.
—Créeme, no importa lo que diga, siempre encuentra la manera de... —se interrumpe solo al recapacitar la frase—. ¿Qué dijiste?
—Que el pibe de México ya trae novio. Yo sabía que era cuestión de tiempo, es sólo un poco menos atractivo que yo —se vanagloria, enseguida, ingiere el vital líquido.
—¿Es una de tus bromas? —cuestiona, recibiendo una negación con la cabeza. Le toma unos segundos más comprender la noticia—. ¿Quién es? ¿Dónde lo conoció? ¿Cómo es que no estaba enterado y por qué tú sí lo conoces? —No puede continuar con el interrogatorio pues el celeste alza la mano que tiene libre en seña de "alto". Luego hace la mímica de que la información tiene un precio. El español le mira con severidad terminar su bebida y girar en sus tobillos dispuesto a irse por donde vino—. Espera —le llama, evitando que se marche—. Estos críos se atreven a sobornarme, ya no me tienen respeto —refunfuña sacando algunos billetes de su cartera, de mala gana los entrega a su sonriente hijo.
—Es un pibe de su escuela y supongo que no estás enterado porque, desde que hiciste llorar a su primer novio, prometió no contarte de los próximos.
—Lo dices como si fuera mi culpa. Ambos sabemos que ese chico no estaba seguro de sus sentimientos y yo no iba a permitir que jugara con tu hermano.
—Tenían sólo diez años —le recuerda.
—Exacto, no era edad para andar de noviecito, mucho menos sin poner en orden sus prioridades.
—Le dijiste que si se atrevía a lastimarlo le romperías las piernas.
—Era una metáfora que claramente no entendió —se excusa.
—Era un niño —repite con obviedad, que su padre decide ignorar.
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AleMex Week 2020
FanfictionFanfic con la tématica correspondiente a la semana AleMex.