Capítulo II

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- ¡Marcos, por favor, reacciona!- dice la señora Alinda, en medio del llanto, su único hijo, lleva quince minutos inconsciente. - ¡Por favor, ayuda!- grita desesperadamente.

Llega la joven de servicio, - Por favor, llama rápidamente a emergencia, mi hijo no reacciona.- dice Alinda con la voz quebrada.

La chica asiente tomando el celular de llamando, en ese instante llega la abuela de Marcos.

- Alin... pero... por el amor de Dios, qué le pasó a mi nieto. —dice la señora Orna y se arrodilla en frente de su nieta pasando su mano por la sangre que salía de su mano.

- No sé madre, escuché desde el jardín un grito desgarrador y al subir lo conseguí inconsciente. – Dice Alinda en medio de llanto.

- Disculpe, señora. Ya la ambulancia viene en camino.- dice la sirvienta.

- Muchas gracias, joven. Busca agua, por favor.- pide Alinda tomando con tristeza la mano de su hijo, tenía una gran herida.

Al salir la chica del cuarto llega abruptamente los paramédicos, tomando el cuerpo de Marcos en que éste balbuceada casi inaudible el nombre de Viviana.

Valeria sentía su corazón nuevamente escocer, estaba siendo muy difícil superar la ausencia de Paloma, su mejor amiga. Ni siquiera tenía el valor de leer la carta de despedida que le hizo su amiga. Frente a la puerta principal de la enorme casa en que había vivido Paloma se hallaba, llevaba 15 minutos sin saber si entrar o no. Dio un gran suspiro y tocó. Llevaba mucho tiempo sin venir, desde el entierro. Sus ojos estaban enrojecidos, le estaba costando no poder llorar. Enseguida le abre la señora de servicio y nana de Paloma, la señora al verla le sonríe dulcemente.

- Mi niña, Valeria... - dice con una sonrisa llena de alegría y a la misma vez de tristeza. Para ella tampoco le había sido fácil, ni mucho menos para sus jefes.

Cetina, la señora de servicio toma un paso adelante y la abraza. Valeria comenzó a medio lagrimear, el abrazo era cálido y consolador.

- Perdón, señora Cetina, por no avisar que venía. – dice ella en medio del abrazo.

- Tranquila, niña. Siempre serás bienvenida a esta casa.- dice Cetina con una sonrisa característica en ella.

Valeria pasó a la casa, y muchos recuerdos desde su niñez vinieron a su mente, de manera desbordante. Suspiro una y otra vez, su amistad por siempre iba vivir, así Paloma ya no estuviera.

- ¿Y la señora Lizbeth y su esposo?- preguntó Valeria al no verlos cerca.

- Ellos tuvieron que viajar, hasta un cierto tiempo, la partida de su única hija, los destrozó por completo. – dijo Cetina con tristeza.

- Para nadie, Cetina. Jamás podría superar algo, ese desgraciado le quitó la vida a mi amiga, la dejó al borde un coma por lo que le había hecho y eso la orilló a morir... - dice Valeria recordando cuando recibió la llamada de que su amiga había sido envenenada y hallada casi sin vida, sus signos vitales estaba en peligro, a punto paralizarse.

- La justicia divina se va encargar de encerrar a ese hombre quien le hizo tal daño a mi niña Paloma. La señora Lizbeth y el señor Orlando están haciendo todo lo posible por conseguirlo y hacerles pagar el daño. Sabemos que al serlo no nos devolverá a nuestra Paloma, pero por lo menos evitaremos a que otra joven le suceda.- dice Cetina tomando asiento en el mueble de la sala, conjuntamente Valeria.

- Tienes toda la razón, Cetina. Cada día le pido a Dios que sea así. Hoy se cumple ocho meses de su partida, y parece ser mentira. Fuimos amiga por casi 15 años. No es justo que ha Paloma le haya sucedido algo así- dice en tono enojada. Le costaba admitir.

- La vida es impredecible, mi niña....- dice Cetina mirando a Valeria de forma reflexiva.

- Mis padres dicen lo mismo, ellos quieren que me aleje de ustedes, porque al estarlo expongo mi vida al peligro, como esa noche...- dice recordando aquella fiesta en aquel hotel de lujo.

- Me parece muy mal que ellos piensen de esa forma, está bien que te protejan pero ya pensar que te pasará lo mismo, ya es dramatismo en exceso.

- Digo lo mismo, y no pienses que por tal razón no venía, es que al venir aquí es como si no hubiera ocurrido absolutamente nada, ella me abriría la puerta y me daría ese abrazo fortuito que ella siempre me daba, así estuviera enojada conmigo. – dice Valeria con los ojos llenos de lagrimas. Cetina se acerca a ella y la abraza. – La extraño muchísimo, Cetina...- añade Valeria con voz quebrada.

- Lo sé, mi niña. Todos la extrañamos, Paloma vivirá siempre en nuestros corazones.- dice Cetina sobando la espalda cariñosamente a Valeria. - ¿Quieres chocolate caliente? En la mañana hice y quedó.

Valeria asintió con media sonrisa, admiraba a Cetina, era una gran mujer, a pesar de que su marido la engañó y le hizo perder a su bebé en un acto violencia, ella radiaba luz propia.

Cetina hizo galleta con la ayuda Valeria, tomaron sopa de carne, favorita de Paloma y conversaron un rato.

Antes de irse Valeria quiso en honor a su amiga tocar en el enorme y delicado piano, la canción más amada por ambas. Valeria estudiaba en la universidad licenciatura en música contemporánea. Le iba muy bien, hasta que todo se volvió oscuridad, Paloma estudiaba para ser cantante, ambas siempre se unían para formar música, tenían pensado formar un dúo como Has-ah. Pero cierto amor obsesionado hacia Paloma en aquella celebración acabó a los días con la vida de la misma. Los padres de la chica estaban muy decepcionados con ellos mismo al no darse cuenta que su hija, su única heredera de sus compañías discográficas era atacada indirectamente.

Subió las escalera con parsimonia, a cada escalón era un recuerdo que retumbaba en su mente. Al llegar y posicionarse en el asiento frente al piano, sus mejillas estaban empapadas, recordaba cuando ella tocaba alguna canción y Paloma cantaba. Inhaló y exhaló con fuerza, y comenzó a darle vida a esas frías y frágiles teclas, era una melodía suave, profunda, llena de tristeza y dolor. Valeria tocaba sumergida en el sentimiento, su alma y corazón lloraban en silencio, sus labios estaban pálidos y temblorosos. Le costaba poder seguir, Cetina la miraba desde el umbral de la puerta que daba hacia ese espacio, que tiempo atrás era el estudio de ambas chicas, también lloraba, reconocía la melodía, era una de las canciones favorita de Paloma. Recordaba desde que era bebé hasta que se convirtió en una hermosa y carismática mujer.

Ayúdanos, Dios, a superar el dolor... clamó Cetina en voz baja.

Valeria había terminado de tocar, tenía la vista puesta en la ventana mientras lágrimas corrían por sus mejillas, Cetina se acercó a ella y la abrazó y ambas lloraron juntas, dándose consuelo una con la otra.





Hola, queridos lectores. Espero que les guste la historia, no olviden comentar y votar. 

Los quiero.     

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⏰ Last updated: Dec 27, 2020 ⏰

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