Tenía el corazón en la garganta. ¿Había descubierto mi plan? ¿Se habría acabado todo? ¿Era mi fin? Apreté mis labios, tragué saliva nervioso y miré a mi padre directamente a sus ojos terriblemente verdes.
Mi padre se pasó una mano por el pelo con nerviosismo y dijo:
– Necesito que vayas a casa de los Blythe a por medicamentos y, si es necesario, tráete al señor Blythe–.
¿Había oído bien? ¡¿A casa de los Blythe?!
Una ligera sonrisa se dibujó en la comisura de mis labios. Podría ver a Greyven hoy.
–Claro padre, iré ahora mismo. ¿Qué le pasa a madre?– dije aparentando estar preocupado por esa antipática señora.
Mi padre me replicó a mi pregunta de manera nerviosa:
–No lo sé, pero no puede levantarse de la cama y está ardiendo. Venga, ¿a qué esperas? ¡Ve ya!–. Los brazos de mi padre comenzaron a empujarme hacia el establo para que fuera lo antes posible.
Cuando estábamos frente a las puertas del establo dejó de empujarme, me hizo un gesto con la cabeza para que entrara y obedecí. Coloqué todas las cosas necesarias en mi caballo, Rayo, y salí con él.
Mi padre me esperaba apoyado en la pared al lado de la puerta del establo, por lo que cuando salí se irguió volviéndome a mirar.
–Debes volver antes de las ocho, ni un minuto más, ni un minuto menos– dijo de forma severa. Tenía la mandíbula apretada por el nerviosismo y el terror de que a mi madre le pasara algo grave.
–Entendido, llegaré a casa antes de las ocho, padre– dije ya sobre el lomo de mi caballo y comencé a cabalgar hacia el hogar de los Blythe.
Mientras iba hacia allí la nieve no dejaba de caer junto con una lluvia muy ligera; el viento movía mi cabello de forma violenta sacudiéndolo de un lado al otro.
Mientras tanto mi mente viajaba por un mundo de recuerdos sin prestar atención a la realidad:
No podía levantarme de la cama, escuchaba murmullo fuera de mi habitación; mis padres estaban hablando con alguien. Yo no estaba acostumbrado a las visitas ya que solo venían muy de vez en cuando y era siempre una persona que venía para hablar conmigo sobre mis "amigos". Sin embargo, esta vez era diferente, la voz era más grave, más que la de mi padre.
– ¿Morirá?–.
Mi madre repitió esa pregunta dos veces, la segunda vez con mucho más énfasis que la primera. El señor respondió de manera severa y grave queriendo hacerse oír más que mi irritable madre:
– No lo sé, tendré que revisarlo–.
Unos segundos más tarde de haber formulado aquella frase, un hombre alto y de complexión delgada entró por la puerta de mi habitación. Su forma de vestir era extravagante: llevaba una especie de abrigo negro que le llegaba por debajo de las rodillas; junto con esto, llevaba unos guantes hasta los codos del mismo color que el abrigo; su cara estaba tapada por una máscara parecida a la cabeza de un cuervo y un sombrero enorme me impedía saber de qué color era su cabello.
El hombre se acercó a mi cama sentándose en ella.
–Hola Jason, soy el doctor Wilson– dijo el hombre. La voz de este se distorsionaba por culpa de la máscara. No hubo respuesta por mi parte. Me daba miedo ese señor y la palabra doctor no ayudaba a que yo quisiera establecer comunicación con él.
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No Me Mires Entre Tanta Oscuridad
Mystère / Thriller"El bien y el mal no existen, los inventamos nosotros". "Estoy roto, la oscuridad me carcome cada día más". "Te aseguro que no soportarías ni un solo día en mi cabeza". "Si no me quieres como soy, no me mires entre tanta oscuridad". P.D: Actualizar...