Una chica especial por dentro y por fuera, con una frondosa melena pelirroja, con un halo mistico y único, y bastante rara en sus gustos culturales, por cierto. Una persona que no nació en el lugar correcto ni en la época correcta, una chica que pese a su avispada personalidad, nunca obtuvo el reconocimiento social que merecía. Odiada por muchos, y amada por quienes realmente quisieron ver más allá de la extraña muchacha que pasaba horas y horas observando el cielo. Si, esta chica de la que hablo es la inolvidable Leah O'Brien, actualmente una de las astrofísicas más prestigiosas en la universidad más importante dentro de su campo, el MIT, bueno, en realidad eso es para todo el mundo, para mi, a pesar de todo, sigue siendo la persona más iportante de mi vida, es el 90% de la historia de este triste periodista drogadicto llamado Jordan Evans, o sea, yo.
Leah fue en un principio mi mejor amiga, quien me hizo darme cuenta de que no tenía motivos para fingir ser quien yo no era. Posteriormente, tuve la suerte de desarollar unos sentimientos que fueron correspondidos por la mejor estrella del firmamento, permitiendome ser su novio, dando paso a los mejores años de mi vida, ya que a partir de ahí, todo fué en picado.
Conocí a Leah cuando tenía 11 años y me mudé con mis dos hermanos y mis dos hermanas a casa de mi tía Marie. El motivo de mi mudanza fué la trágica muerte de mis padres en un accidente de trafico cerca de nuestra casa en Vancouver, Canadá. Mi padre Michael Evans era un irlandés que por motivos de trabajo había acabado en Canadá y mi madre, Carmen Montes Gómez era una hija de españoles repúblicanos que emigraron a Canadá huyendo de la dictadura.
Yo era feliz en Vancouver, tenía una casa enorme en los suburbios de esa maravillosa ciudad, donde vivía con mis Hermanos Eddy y Dylan, y mis hermanas, Claire y Rose. Éramos una familia feliz y de repente, la última semama del verano de 1986 me ví subido en un avión hacia Irlanda acompañado de mis hermanos y hermanas y una tutora para vivir con mi Tia Marie, la hermana de mi padre y único familiar dispuesto a acogernos a los cinco. Tenemos mucho que agradecerle ya que ella, una persona solitaria se vió como figura materna de sus sobrinos de 11, 7, 5 y 1 año (Dylan y Eddy són mellizos) y aún así sacó fuerzas para darnos una infancia feliz a todos nosotros.
La muerte de mis padres me convirtió en una persona solitaria y callada, de repente, el niño feliz se convirtió en un gran introvertido, sin embargo, llegué al colegio de Malahide y intenté hacer como que yo seguía siendo un chaval alegre y obviamente, la niña rara de mi clase me caló desde el primer día. Leah vivía apenas una calle abajo de mi casa así que el primer día que fui al colegio me volví con ella y desde ahí fuimos inseparables. Mientras tanto mi actuación era muy convincente y empecé a ganar popularidad entre la gente de mi edad por mi "carisma" y historia. Llegué al instituto y pese haber hecho caso a Leah y dejar de actuar, la gente seguía detrás de mí, asi que supongo que fuí una clase de celebridad, cuando la que en realidad debía brillar era ella, no yo. Y así pasó el tiempo. Salí con Leah y alcancé el nivel de felicidad más alto de mi vida, empecé a escribir historias, canciones, me centré también en los estudios con su ayuda y encima aprendí muchísimo de ella.
Aprendí que habitualmente, las lecciones se aprenden tarde y me acostumbré a la idílica vida que tenía hasta que un día me vi en la situación de despedirla sin saber que no entraba entre sus planes volver a verme, sin saber que había empezado una espiral de dolor para ambos pero que como bien dice la frase, partir duele menos para quien se va... Quien me diría a mi que acabaría pagando con la misma moneda un tiempo después.
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EN MIS COLORES FAVORITOS
Teen FictionJordan Evans ha afrontado ya su enfermedad, y justo cuando estaba ya resignado, Leah O'Brien volvió a su vida después de mucho tiempo. No le queda demasiado tiempo antes de partir, así que Leah intentará ayudarle para dejar de sentir los remordimie...