CAPÍTULO 4

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7de septiembre de 1986

POV LEAH:

¡Maldito Michael Ende! se me hanía hecho tarde el primer día de clase y eso que habían dejado la puerta abierta media hora más. ¿Lo bueno?  que no soy la única que se ha quedado enfrascada en un libro ya que mi padre ha hecho lo mismo. ¿Lo malo? Que el señor Turner me va a asesinar el primer día del último curso del colegio. ¡Que ganas tengo de abandonar ese centro de gente sin gusto!
-¡Leah, se nos ha hecho tarde! - Gritó mi padre desde el sillón de la biblioteca un poco sorprendido
-Si, ya lo había observado hace poco tiempo. - Le conteste con algo de ironía
-Esta noche voy a cocinar la cena del año, por que si cenamos significa que a ti no te ha asesinado Turner y a mi no me ha asesinado tu madre. -
-Trato hecho. - Le dije entre risas mientras cerraba La historia interminable  y me dirijía a coger la bicicleta para ir más rápido. ¡Suerte que ya llevaba el uniforme y había desayunado!
Pedaleé lo más rápido que pude aúm sabiendo que ya llegaba bastante tarde, Cuando llegué dejé una margarita en mi árbol como luto por el verano que había acabado, tal y como hacía cada año. Entré rápido y en seguida me saludó el señor Brett, el conserge
-Leah ¿Llegando tarde el primer día del curso? - Me preguntó con cierto tono que usan cuando creen que eres adorable.
-Atreyu es más simpático que el señor Turner- Respondí como si fuese la cosa más obvia del mundo.
- ¡No te entretengas ahora, hija! Ya hablamos luego y me cuentas las aventuras que has vibido este verano.
-¡No las he vivido, las he leído señor Brett!- Le respondí ya casi de lejos ya que llegaba realmente tarde.
Llegué a la puerta de madera oscura que daba paso a mi aula, no me hacía ninguna ilusión volver ahí pero si en algun momento quería estudiar las estrellas tenía que pasar por estos malos tragos. Ya lo dijo la rosa del principito: "A veces hay que soportar dos o tres orugas para ver las mariposas“.
Llamé a la puerta tímidamente y solo me atreví a abrir el pomo cuando oí un "¿quien? ". En ese momento, dije mirando cabizbaja:
-Buenos días, señor Turner, perdón por llegar tarde ¿puedo pasar?-
-Señorita Hopkins ¿Dónde ha estado usted?- dijo Turner con un tono muy despectivo y irónico mientras yo hice un barrido general a la clase y un chico de ojos castaños y cabello azabache llamó mi atención.
-Leyendo un libro, señor ¿puedo pasar ya? - Le dije mientras continuaba observando al niño.
-No pasará hasta que no responda mi pregunta de manera sincera. - Mi paciencia se agotaba.
-señor Turner ya se lo he dicho, estaba leyendo la historia interminable y se me ha pasado el tiempo. - Ya me había enfadado y sin querer había levantado un poco el tono de voz
-Hopkins, no me alce usted la voz, recuerda que aquí el profesor soy yo. -
-Señor Turner por favor déjeme pasar, ¿no ve que estoy haciendo el ridículo?- ya edta a de color rojo perdido.
-Precisamente es lo que quiero, no hay peor castigo qje la vergüenza, pero si sigues siendo impertinente a lo mejor aún me tocará imponeras castigos. -
-Señor Turner, por favor déjeme entrar ya, he hablado con educación y ya estoy cansada de esperar. -
-Con que llegando tarde incluso dejando media hora más de lo normal, Leah Hopkins, eso no es demasiado correcto, se nota que no tiene ascendencia inglesa. -
-Señor Turner...- y entonces el niño azabache interrumpió mi frase:
-Señorr Turner, tal vez está usted pasándose un poco, deje entrar a la niña. -
-Con que otro impertinente, niños, estamos frente a la parejita de clase. -
-señor Turner, recuerde que aquí el adulto es usted-
-Señorita Hopkins, creo que hoy va a acompañar a su nuevo amigo, el señorito Evans limpiar el patio. Puede usted pasar. -
En ese momento puede entrar al aula y por narices me tuve que sentar al lado del tal Evans. El niño estuvo callado y yo igual. Mientras empezamos a escucharla presentación del curso. La campana sonó y ya pude ir a comer. Me sente en la mesa de siempre y cuando fui a sacar la comida me di cuenta de que no llevaba.
-¿Acaso no comes Hopkins? - Me dijo el azabache.
-se me ha olvidado en casa y no llevo dinero. -
-¿se te olvida la comida pero no tu libro? Menuda cabeza... -
-pues sí, así soy, por cierto soy Leah-
-Yo Jordan-
-encantada-
-¿vale, Leah te dejo un poco de dinero y te compras un menú?-
-con la condición de que mañana te pague yo la comida. -
-trato hecho, nos vemos luego en el patio-
-por supuesto, no faltaré, estoy obligada-
Y así fue como conocí a Jordan Evans, olvidando la comida en casa.

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