Prólogo.

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Papá.

Marcos.

Esteban.

Carlos.

Elías.

¿Por qué están en mi cabeza?

¿Por qué solo logro escucharlos a ellos?

¿Este es el momento indicado para hacer una locura?

¿Este es el momento? Quiero decir, ¿mi momento?

-¡Vamos, _______! ¡Tira! -exclamó mi padre desde las gradas.

Aún corría, mis piernas estaban guiando el balón sobre el recién cortado y podado césped hacia la portería del equipo contrario, podía sentir como mi corazón palpitaba con fuerza a tal punto de que mi propio sudor se sintiera frío y los demás eran unas simples estatuas al que yo les pasaba de largo, esquivando ágilmente sus barridas para que en un instante tomara impulso y decidiera hacer un pase hacia una compañera que estaba en una buena posición para anotar sin tener que arriesgarnos de perder un buen punto, ella sonrió y sin dudar pateó el balón en dirección al guardián de aquella portería.

-¡GOOOOOL!

(...)

-¿Qué sucedió allá? -preguntó Marcos en un puchero ya que según él tenía la oportunidad perfecta para que anotara, solo reí de forma nerviosa colocando una mano en mi cuello -¿Todo bien? -ocultó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja verificando lo que había preguntado.

Marcos es el mayor de todos nosotros y el que más me sobreproteje de los cuatro, a pesar de ser el mayor con 26 años es el más infantil y cariñoso de todos, un pan de Dios, básicamente. Es tan atractivo con su cabello revuelto color obscuro que hace resaltar sus pestañas largas que parecen ser casi postizas, su color de piel es morena, ni hablar de su físico espectacular y altura abismal, lo que me lleva a pensar sobre sus relaciones con sus amigas del trabajo, a ni una la ha hecho su novia, ni siquiera llevado una amiga a casa, nada, solo se concentra en su trabajo de medio tiempo para llegar a casa y hacer su rol de madre porque para ser sinceros, soy pésima con ciertas cosas que tengan que ver con el aseo del hogar.

-¿Cansada? -cuestionó Esteban con una mueca, ofreciéndome una botella de agua a la que acepté gustosa.

Esteban es el segundo de la lista con 25 años, extrovertido y popular, el típico chico que consigue lo que quiere con solo sonreír, odio que algunas veces me obligue a mentir cuando lleva diferentes mujeres a presentar en la familia, aunque lo compensa con llevarme a distintas fiestas, claro, a escondidas de el resto. Sus ojos son avellana y el mismo color de cabello que Marcos solo que muchísimo más largo, para ser exactos, hasta su espalda baja, tez morena, musculatura normal, lo suficiente como para verse atractivo, nada que ver con Marcos y su nariz parece ser bendita por el mismo Dios, siempre sale muy bien en las fotos que sube a redes sociales, pero lo que esconde detrás de esa cara bonita es un ser despiadado, rompecorazones e infiel el descarado, y aún así siempre tiene chicas detrás de él.

-Bien hecho, pulga -felicitó Elías revolviendo mi cabello causando que me sorprendiera un poco por ese gesto poco común en él -¡¿Qué mierda la estás viendo, imbécil!? -ladró, ocultándome en su pecho con ambos brazos antes de que pudiera buscar al responsable, pude escuchar como Marcos también le reclamaba al tipo -Maldición, ese short deja mucho a la imaginación... -arrugué las cejas confundida ya que el short me llega un poco arriba de la rodilla, rodé los ojos por lo exagerado que puede llegar a ser.

¡Sensei!  [Rengoku x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora