1 Sofocante

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Desperté tan angustiada como todas las mañanas, esa escena de dolor volvió a inundar mis sueños, miro hacia todos lados para corroborar que este despierta, a pasar de que el sol entra por la ventana de manera delicada a través de las cortinas, mis ojos tratan de acostumbrarse a la oscuridad de mi habitación.
Me levanto sin muchas ganas de saber lo que esta pasando afuera, sin embargo, hoy esta tranquilo. No escucho tanto alboroto como otras mañanas.
Al bajar al comedor ya se encuentran mi madre y mi padre desayunado, aun no notan mi presencia y aunque están en silencio puedo ver sus rostros cansados y sin esperanza, al notar mi presciencia me sonríen casi sin animo.

-deberías visitar a tu abuela-me dijo mi madre mientras me servia una taza de chocolate caliente-en estos tiempos es cuando más necesita nuestra presencia-
-es verdad pequeña, tu también debes tratar de distraerte-sonrío mi padre con un poco más de efusividad
-de acuerdo, ¿irán a alcanzarme más tarde?- pregunte mirándolos con mis grandes ojos color miel
-por supuesto- contestaron ambos al mismo tiempo, cosa que hizo que los tres riéramos.
Antes de partir por alguna extraña razón mire la casa a detalle, sus interiores azules y sentí una punzada en el pecho al recordar mi sueño, antes de que continuarán mis pensamientos negativos mi madre me dio un beso y un fuerte abrazo, mi padre solo acaricio mi cabeza y me sonrió, al mirarlos me di cuenta cuan parecida era a ellos, mi madre tenía el cabello castaño al igual que mi padre, pero a diferencia de el color miel de los ojos de mi padre, ella tenía unos hermosos y profundos ojos azules y una suave y tersa piel blanca, mi padre era un poco mas bronceado que ella, ¿yo?, yo era una chica de cabello castaño ondulado como el de mi madre, de grandes ojos miel y una piel blanca.
-me voy, nos veremos después-dije mientras salía de casa tratando de no pensar en la sensación que me dejaban mis pesadillas.
Mientras caminaba las calles estaban llenas de militares y polvo, el panorama de afuera era bastante desolador, ahora entendía los rostros de mis padres. Al llegar a casa de mi abuela, estaba hablando con una mujer de uniforme militar, era una mujer de cabello liso y café, muy alta por cierto delgada y de ojos verdes.
-¡oh! Vaya que sorpresa pequeña-dijo mi abuela-¡que bien que vienes a visitarme!
-¡Hola abuelita!- conteste mientras la abrazaba y en ese momento gire mi cabeza para ver a la joven militar
-pero cuales son mis modales-comento mi abuela- ella es Elizabeth Green, su abuelo y yo éramos amigos del a infancia, Lizzie ella es mi sobrina Elena
-mucho gusto Elena tu abuela siempre nos a contado mucho sobre ti- me sonrió con mucha calidez- la idea es que pasen un tiempo ahí ya que esto se esta poniendo cada día más...
La joven no pudo terminar ya que una explosión gigante hizo que todo el mundo entrará en pánico, mire la dirección de la explosión y sin que la joven o mi abuela pudieran detenerme empece a correr hacia la dirección de mi casa mientras todo el mundo quería huir de ahí, al llegar, una espesa nube de humo nubló mi vista, mis gritos llamando a mis padres se ahogaban con el sonido de los aviones pasar.
Al llegar solo pude ver escombros... Ni casa, ni mis padres... Nada, solo esa nube de humo sofocante, que con fuerza tocaba mi cara llena de lagrimas recordando los últimos momentos que viví con ellos... Y así de rodillas llore... Mientras me intoxicaba con esa sofocante nube...

El llanto de la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora