ii.

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A/N: Debo dejar de prometeros cosas cuando son todavía inciertas porque estoy convencida de que me gafo a mí misma.

Primero estuve enferma en navidad y los días después, y ayer cuando por fin volví a encontrarme bien y tuve energías que poder dedicar a escribir, el temporal tumbó un árbol en mi zona que se llevó por delante todo el cableado eléctrico y nos quedamos sin luz.

Acabé de escribir el capítulo en el móvil, pero el tema de actualizar desde ahí me estresa viva porque el formato se va a la mierda, así que no quedaba otra que esperar a que reparan la avería y volviéramos a tener WiFi.

Y aquí estamos por fin. Espero que os guste 😉

***

El silencio se alarga sobre la oficina igual que una goma elástica, estirándose y cargándose de tensión con cada segundo que pasa sin que ninguna de ellas reaccione, con cada suave balanceo de la rama de muérdago sobre sus cabezas.

Hasta que, tras un instante interminable, la voz de Chloe se alza y la hace estallar igual que si acabase de dar un tijeretazo.

- No pienso besarte – la negación sale tan abruptamente de entre sus rojos labios que hasta la propia Chloe parece algo sorprendida, aunque luego logra sobreponerse y da un pequeño asentimiento, reiterando su decisión.

Beca frunce el ceño y suelta un bufido despectivo, cruzándose de brazos de manera defensiva.

- ¿Y qué te hace pensar que yo sí quiero que me beses? – exclama, puntuando la frase con una risa seca falta de humor.

Para su sorpresa, los labios de Chloe se fruncen como si estuviera reprimiendo las ganas de sonreír.

- No sé, no has parado de mirarme la boca desde que he llegado.

La acusación parece resonar con cientos de ecos por la silenciosa oficina y Beca cierra la boca de golpe, con tanta fuerza que le sorprende no escuchar el clack de sus dientes al entrar en contacto.

Odia que le haya llamado la atención de manera tan pública, pero, por encima de todo, odia no poder negarlo sin tener que mentir, odia que Chloe tenga razón: Beca no ha sido capaz de dejar de lanzar miradas sutiles a sus labios.

Pero está segura de que si llevase a cabo una encuesta entre todos los presentes, a más de uno también le habría pasado, y no porque sintieran atracción alguna hacia Chloe, sino porque el pintalabios que ha usado es de un rojo tan intenso que es jodidamente hipnótico.

Siente calor en las orejas y, de manera disimulada, mueve la cabeza para asegurarse de que estén bien tapadas por sus mechones castaños porque antes muerta que admitir ante Chloe, y ante todos, la verdad.

- Eso es porque no te has callado ni un minuto desde que has llegado – rebate con una mirada desdeñosa –. En serio, ¿nunca te cansas de escuchar tu voz?

Los ojos de Chloe se entornan, probablemente más molesta con que no le haya salido la jugada como ella quería, que por el ataque de Beca.

- Por lo menos yo sé comunicarme con algo más que gruñidos – responde mientras da un paso hacia delante –. ¿Qué pasa, te criaste con una manada de lobos?

- Sí – resopla Beca con una risa burlona –. Será eso, y no que no quiera malgastar el aliento hablando contigo.

- Oye... Odio interrumpir una buena pelea de gallinas – la voz de Amy la Gorda es como una aguja perforando una burbuja de jabón –, pero necesito que toméis una decisión rápido porque ya no siento el brazo.

You've ruined my life (by not being mine)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora