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─Si, muchas gracias
─Cuidase ─Despidió a su paciente amenamente como solía hacer, ahora solo faltaban pocos mas y finalmente acabaría para su descanso. Tomo nota de un par de cosas y luego llamo al siguiente─ ¡Que pase el que sigue, por favor!
Pero su pacifico trabajo medico fue interrumpido cuando la puerta que acababa de ser cerrada, fue tirada abajo por el cuerpo débil del hombre que acababa de revisar que ahora se encontraba herido por marcas similares a garras que se extendía de su rostro a la parte baja de su torso.
Con solo mirar de reojo y disimuladamente horrorizado, por tu traje blanco logro reconocerlo fácilmente
─Toc, toc ─Simulo el sonido de tocar la puerta, golpeteando el marco de lo que quedaba de ella─ Finalmente te encontré
─Ledeu... ─Trago saliva, frente a el era mejor mantener la compostura
─Perdí esa cosa que hiciste para mi. ─Provoco un pequeño crujido en su dedo índice, luego el dedo corazón y anular. La sonrisa en sus labios se ensancho macabramente─ Quiero que me hagas otra
─Bien...
─Bueno, volveré luego por ello
De la misma forma en que llego se marcho sin dejar rastro, cuando sus pisadas se alejaron lo suficiente, detrás de la cortina que una camilla cubría, una mujer y una niña se asomaron asustadas por tan sorpresiva y peligrosa llegada.
─Querido...
[● ● ●]
La luz del día se encontraba tan brillante y deslumbrante invadiendo cada espacio de la habitación, mientras que vertía cuidadosamente el agua caliente entre los granos de café, para que en el recipiente de cristal se llenara de café. Debía admitirlo, comprar café instantáneo o el polvo de café era mucho mas fácil que prepararlo desde cero, por que por mas que lo intentara varias veces, siempre tenia el mismo sabor extraño y nada comparado con el que el jefe, que estaba a su lado, le sirvió la primera vez tras llegar a Ateiku de noche después del incidente en el callejón.
─Viértelo lentamente. Solo haz algunos círculos y cuida tu velocidad
─B-Bien
Paso un momento y finalmente termino de llenar la jarra con café recién hecho por sus propias manos. Tomo la taza de porcelana de su izquierda, en ella vertió el contenido y lo bebió. Su rostro disgustado seguía siendo el mismo.
─¿Que tal sabe?
─Es algo diferente comparado con el suyo, señor ─Aún que pudiera beberlo perfectamente, su sabor era demasiado simple.
─El sabor del café cambia dependiendo de cuanto esfuerzo pongas en el. Al igual que con las personas, no hay necesidad de apurarse.
