PRÓLOGO

1 0 0
                                    

EN LA MENTE DE JANE BAINES

Aveces tiendo a pensar que yo tengo la culpa, quizá sea porque es así. Soy yo la que por años se planteó muchos sueños y reprimió sus emociones con tal de no sufrir. Es graciosos porque eso no ha dado más que un resultado contrario.

Me gusta, me gusta mucho Remi.

Pero yo soy yo, y él es lo que es. No puedo forzarle a que quiera algo conmigo, por mucho que lo desee.

¿Es un castigo divino o algo así?

¿Una lección para mí por haber rechazado al primero y al innombrable?

No.

El destino no podría ser así de cruel.

Tengo que entenderlo para poder dejarlo ir.

Es difícil.

Pero si así debe ser...

Lo que es será, y lo que no, no.

Yo soy la chica que tiene miedo de abrir su cuerpo y experimentar las caricias de otro. Soy la chica que tiembla por un abrazo aunque sea el de un familiar, y que al sentirse besada huye despavorida.

Con todo eso, sólo me he sentido dispuesta a entregar más de mí a una sola persona. Aún si quiere romperme el corazón, no me importa. El miedo de no encontrar alguien más con quien me sienta así de cómoda me aterra.

Tengo que ser fuerte a mis impulsos y frenarme.

Remi no es un objeto, él no es más que un hombre que no busca complicaciones. Él también tiene sus miedos y propios deseos.

Si yo no formo parte de ellos, es lo qué hay.

Él no es mío.

Y por más que yo lo quiera, él no me desea con la misma intensidad.


CONTRADICCIONES DE REMINGTON  SAGNIER

No debo desearla.

No debo anhelarla.

No debo necesitarla.

¿Por qué? Porque no puedo quererla.

Y si evado al deseo, no caeré en los anhelos cada vez que no la vea y la necesidad nunca se hará presente.

Es difícil, sobre todo cuando eres un hijo de puta que siempre va a lo que le interesa. Uno que siempre consigue lo que quiere sin importar qué.

¿Por qué ahora tengo que hacerlo diferente? ¿Por qué no puedo ir sin importar nada?

Jane Baines.

No es para nada lo que busco.

No es para nada lo que quiero.

Pero es terriblemente lo que aclama mi cuerpo cada vez que entra en mi puto bar. Las ganas de fundirme en su piel, devorar su boca y degustarme en ella son tantas que la premura de los actos siempre está presente en mi mente.

Y al darme cuenta de los hechos, de cómo pasan estas cosas, doy por sentado que es imposible no desearla cuando ya he comenzado a hacerlo, al igual que anhelarla sin darme cuenta.

Sólo espero no necesitarla jamás.

Porque sólo soy tiempo aquí y la cuenta regresiva ha comenzado.

Porque sólo hago daño, y no me va pesar hacerlo.

Porque sólo soy alguien herido a quién no le importa una mierda nada.

Y por eso a ella no debo necesitarla, porque ella no debe significar nada para mí.

¡Puta mierda!

OTSAILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora