Único

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"Así es siempre". Cuando se alcanza un punto de quiebre, eso deja de existir.

Todos cambian, todos cambiamos. Algunos viven largamente, otros mueren tan temprano que duele.

Hay quienes adoptan las costumbres y fe de sus parientes. Están también los que la rechazan y buscan sus propios rumbos. Hay quienes se estrellan en el camino, y otros que con el camino se vuelven estrellas.

Una vez escuché a alguien decir que todos somos polvo de estrellas. Pero parece que he caído en la condena de estar atada a este mundo, de tener una familia y no poder decepcionarla libremente.

Parece que no soy ni el resquicio más remoto de una estrella.

Hay personas que deciden ir por un camino socialmente perfecto, y vivir su vida de acuerdo con toda norma dentro de lo correcto. Hay otros que no ven el propósito en depositar ciegamente sus vidas, lo único que poseen, en manos y decisiones ajenas. Pero no tienen muchas opciones. Al final, están aquellos que simplemente se rebelan y pelean en contra de todo lo que se conoce como verdadero.

Están los que ayudan, los que ignoran, los que matan.

Pero creo que todos tienen algún hogar al cual volver. Y, aunque sea muy personal, me gustaría que todos regresaran a casa alguna vez. Me gustaría enterarme de si pudieron saludar a sus padres fallecidos, acompañar a un ser querido a cruzar la barrera entre lo vivo y lo inerte, o si se quedaron tan solos como en vida estuvieron.

¿Podrían abrazar de nuevo a sus camaradas y arrepentirse de no haberles dicho unas cuantas palabras más?

Están los que siempre cumplen con su labor. También están los que cumplen vagamente con lo que se pide, y aquellos que odian lo que hacen y no ponen empeño alguno en disimularlo.

Ese que era tan perfecto, tan sensato y afable, ¿habrá deseado alguna vez la despreocupada actitud del idiota inútil de la oficina? Me gusta pensar que, tal vez, juntos habrían sido una dupla ejemplar. Y con algunas cervezas encima, podrían haber desarrollado una buena amistad.

Creo que todos tienen un hogar, un lugar al cual volver, un pequeño sitio donde pertenecer.

Todos merecen regresar, para que su "como siempre" pueda hacerse realidad.

Las risas, los recuerdos. El llanto y los problemas.

Nadie comprende el dolor de otro, hasta que pasa por lo mismo. Nadie se hace en el lugar de nadie, porque todos llevan la carga de sus propios asuntos. ¿Cómo culparlos? Solo viven sus vidas. Y, sin embargo, es injusto.

Dicen que somos polvo de estrellas. Pero si ellas nos mirasen, creo que podríamos observar el cielo y encontrar de dónde vinimos. Ellas no nos ven. Ellas tienen sus asuntos también.

Pero todos tenemos un hogar, y un hogar significa calidez. No de esa que llega de súbito cuando el agua en la cocina está caliente y se asoma la cabeza para ver cuándo hierve, sino la calidez que emana del pecho y enjuaga los males del alma. Un hogar significa cariño, aprecio y muchas cosas más. Estoy segura de que todos tenemos, o tuvimos, uno.

Entre estas divagaciones que nunca verán luz de sol, quisiera añadir mis sentimientos, porque no hay otro modo de expresarlos.

El temor, la sensibilidad, la empatía que me gustaría haber tenido alguna vez. La capacidad de reír y reírse de sí mismo, el afecto profundo a una familia rota, por la mera ignorancia acerca de lo que entre sus miembros sucede. El deseo profundo de vivir, que me mantiene aquí y del que no me he logrado deshacer.

Me pregunto si aquellas personas que son parte de mi hogar se sentirán muy tristes por mí. Me pregunto si me habré cruzado por allí, torpe, entre sus pensamientos cotidianos. Y de ser así... qué feliz sería mi pobre conciencia, de hallarse embebida en el pensamiento de un ser querido.

Pero, ¿y si no? ¿Cómo confirmar el motivo y validez de la propia existencia entonces? Depende de otros, pero no... no quiero que sea así. Y si no puedo hacer lo que pienso, ¿qué soy entonces? ¿Cuál podría ser mi destino de llegada? ¿Cómo siquiera voy a llegar a él?

Las charlas al atardecer y los largos momentos vividos, nunca se borrarán. La desesperación puede intentar cubrirlos, amagar con destruirlos. Pero ellos son como muros, tan altos e impenetrables, hechos con el miedo mismo, con la emoción, la pasión y el abandono de ser feliz por un instante, a cambio del precio que sea necesario. Cada recuerdo se vuelve nuestro hogar y consuelo.

Habrá algunos más bonitos que otros, pero un hogar es un hogar, porque se conforma de aquellas personas que piensan en nosotros, y en las que nosotros pensamos. Espera, ¿nosotros? Sí, nosotros. Todos aquellos que alguna vez hemos pensado en la soledad que trae el mundo, en la desolación que trae el ser humano a su raza, y en la tristeza que trae una existencia vacía.

Nosotros, porque no tengo a nadie con quien compartir todo esto, pero sé que no seré la única pensando idioteces e intentando lucir poética con mis mamotretos.

Nosotros, porque quizás me arrepentí y ahora puedes leer las tonterías que rondan por la cabeza de una niñata sin un sentido aparente para vivir.

Como siempre, el mundo se rompe, y con él se lleva a todos. Pero el mundo no es nada, si cada uno tiene un hogar. El mundo es una piedra enorme, un montón de coincidencias que nos llevan a este punto indeterminado entre el tiempo y el espacio.

Las sillas están muy cerca, la mesa rebosa de alegría.

Charlamos, como siempre, cerveza en mano y algunos chistes flojos.

Las estrellas titilan sobre nuestras cabezas, en la inmensidad del cielo.

Una melodía resuena en mis oídos, no recuerdo de dónde la sé, pero me provoca la necesidad de cantar con ella. El viento silba, y hacemos un coro desafinado pero amable, una improvisación salida de lo más profundo de nuestra inexperiencia.

La luna se esconde tras nubes espesas. Las estrellas parecen brillar con más fuerza.

Un par de amigos siempre tendrán historias para contar. Un par de camaradas que luchan juntos contra el mundo, que alivian mutuamente sus penas bajo el cobijo del ensueño, con la ilusión de tener alguien a quien llamar un hogar.

Pronto lo veo, en realidad estoy sola. Tú, hace tiempo, te has ido.

La melodía sigue resonando aquí y allá. El sueño me invade.

Creo que ha llegado la hora de despedirme de este enorme y falso mundo.

"Canta con esperanza y el miedo se habrá ido". Y de mis labios brota, por fin, aquella misteriosa melodía en la que mi cabeza ha pensado, fútil, por horas.

Así... así que siempre es. Siempre es un largo tiempo.

Así que siempre... así que no termina. Así que una pequeña esperanza no morirá asfixiada. Así que algo de lo que he escrito tenga sentido, y mi misión aquí estará completa.

Larga es la noche, en la que puedo por fin descansar en paz.

Así es siempre - DrabbleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora