2020

5 1 0
                                    

Hace un año escribía sobre cómo de expectante me encontraba cuando el 2020 se acercaba y sobre que no sabía cómo abordar el año que venía.
En estos momentos sí sé cómo me siento, me siento extraña, me siento perdida y desubicada...
Estoy extraña en mi cuerpo y extrañada con el mundo, conmigo porque nunca había sentido el lío de emociones que hay en mi, y con el mundo por cómo ha cambiado en unos escasos 365 días.
Estoy perdida porque para guiarme sólo me hago falta yo y yo no tengo ganas de poner rumbo a mi vida.
Estoy desubicada porque nunca he buscado mi lugar y siempre he vivido feliz con esa idea, no pertenecer a nada ni nadie y ser libre de todas las formas posibles.

Pero hoy, analizándome minuciosamente como cada 31 de cada diciembre, estoy descubriendo que sí me gusta el nudo de sentimientos de mi interior, que sí me gusta que el mundo cambie radicalmente en 365 días, pero que al año que viene si puede ser lo haga a mejor.
Que ahora si tengo ganas de poner rumbo a mi vida, pero sin prisa y pensando.
Y también he descubierto que la libertad en cualquiera de sus formas es mi estilo de vida, y que no pertenezco a nada ni nada me pertenece y así si soy feliz, aunque la gente no lo entienda, aunque ni yo lo entienda, porque la felicidad a veces son cosas tan tontas que no comprendemos cómo pueden ser la causa de un sentimiento tan grande.
Además de descubrir esto, me encuentro a mi misma, cada año un poquito más...

Me lo plateo como que exploro los pasillos de mi interior y me encuentro con todas las versiones de María que han habido durante este 2020....y las hay variadas.
Me encuentro a mi misma distraída fantaseando con que cuando el último segundo de hoy deje paso al primero del año nuevo, ya no habrá coronavirus.
En una esquina oculta me encuentro a mi misma sorprendida porque 2020 si me ha traido cosas buenas.
También me encuentro disgustada porque no he podido estar en ayudando en un hospital...
Frustrada porque ya no me creo las frases positivas, pero no quiero vivir siendo negativa.
Pero sobre todo me llama la atención encontrarme agradeciendo a no sé muy bien qué o quién porque ha sido un año moribundo y a mi no me falta nadie, así que decido agradecérselo a la vida, porque los dioses nunca han sido mis amigos y destino y casualidad me suenan a cuento de hadas en color rosa pastel, y la idea me repugna.

Mientras busco más Marías en mi interior mi mirada perdida refleja ilusión, porque en mi la hay, no por una persona, no por una calificación, no por mi familia y no por mi misma, la hay por la vida, porque es un año nuevo y sigo en el mundo, porque cuando tocas fondo ya solo queda ir a mejor y yo ya toqué así que sólo queda sonreir, porque con o sin ganas 2021 va a llegar y yo quiero que la última campanada me pille sonriente.

Cuando 2020 Se AcabóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora