Capítulo 1.

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31 de noviembre. Último día de clases.

Llegué a casa, cansada por mi largo día en la escuela. Lo bueno era que no tendría que volver a ir. Había terminado mi último año de secundaria con buenas notas y sin materias que arrastrar. En la mañana mamá me había dicho que tenía una noticia que contarme, estaba ansiosa. Yo me imaginaba que sería ir a lo de mis abuelos en Canadá, yo vivo en Argentina. Más precisamente viven a 12 horas de acá, en Ontario. Hasta los cinco años viví en Canadá, hice el preescolar allí, cuando termine la sala de cinco, el trabajo traslado a mi padre a Argentina. Ya se volvió mi hogar.

Me encanta ir en verano, ya que cuando acá hace mucho calor allá nieva. Amo el invierno, me encanta tomar chocolate caliente acompañado de las ricas galletas de mi abuela.

Cada verano vamos, pero esta vez iríamos mucho antes de lo normal por eso mamá estaba tan emocionada. Yo estaría allí todo el verano a diferencia de ellos que a la mitad volverían a Argentina para seguir con sus trabajos.

Tenía que armar las valijas, en unas horas salía nuestro vuelo. Estaba emocionada pero a la vez preocupada por no olvidarme nada.

1° de diciembre.

Estábamos en el aeropuerto, esperando a que el vuelvo saliera. A los cinco minutos, una mujer por un megáfono dio el aviso de que el vuelo a Canadá ya saldría, que nos dirijamos al lugar de abordaje. Caminábamos felices con mis padres, tenía tantas ganas de ver a mis abuelos y abrazarlos.

Subimos al avión y busqué mi asiento, estaba al lado de mi mamá. Me senté y saqué para leer uno de mis libros favoritos, 50 sombras de Grey. Podía leerlo la cantidad de veces que quisiera y nunca me aburriría. Siempre pensaba que quería un hombre como Grey, duro y estricto por fuera pero dulce y sensible por dentro, además de lindo.

A la hora me dormí y cuando desperté ya estábamos a 15 minutos de aterrizar. Nos estarían esperando mis abuelos para llevarnos a su casa. Toque el hombro de mi mamá para que despertara y estuviera lista para bajarnos, quería llegar y ver a mis abuelos ya. Mi papá también estaba despierto, lo aterraba un poco viajar en avión, creo que no pegó un ojo en 12 horas.

Bajamos y ahí estaban, los dos con una sonrisa tan grande que por poco no se les salían de la cara, se notaba su felicidad por que estemos ahí. Corrí hasta donde estaban y con un fuerte abrazo les dije cuanto los había extrañado. Cuando íbamos en el auto, mi abuela que estaba al lado mío, me dijo que tenía una gran sorpresa para darme. No me esperaba que sería.

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