× Capítulo Único ×

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Faltaban dos horas para el inicio de un nuevo año, todas las familias se encontraban reunidas pasando esa fecha de festividades juntos. Las calles parisinas tenían un olor acogedor debido a las cenas que cada familia preparaba, además de los adornos que aún decoraban los árboles del parque por haber sido hace pocos días Navidad, y la nieve que le daba a todo un toque especial. Cualquiera que pasara por ahí diría que aquellas serían las fiestas perfectas, ideales.

Claro que, no olvidemos que nada es perfecto.

Cierto rubio caminaba por esas mismas calles con la mirada baja y su humor por los suelos, tratando de calmar con todas sus fuerzas el querer arrancar todos los adornos. De nuevo, su padre lo había dejado cenar solo ¡En Año Nuevo! ¿Ni siquiera podía acompañarlo un rato? ¿Por qué su progenitor se esmeraba tanto en apartarlo cada vez más de él? Adrien ya no encontraba excusa alguna para poder verlo, o aunque sea hablar con él por más de dos minutos.

Una vez más desde que su madre se fue, Adrien se sentía solo.

Navidad había sido lo mismo de siempre, esta vez sus amigos no fueron a cenar con él, y tampoco los culpaba pues no era esa su responsabilidad. Era la de su padre, debieron estar cenando juntos y no solo él siendo vigilado por Gorila. Adrien le hubiese perdonado que no hubiese podido cenar con él si juntos hubiesen decorado el árbol, como cuando Emilie se encontraba con ellos.

Pero claro, su madre no se encontraba y su padre tenía empleados para decorar todo aquello. Una vez más, lo que el dinero puede comprar.

Una vez más, como las festividades anteriores, Adrien escapó de casa enojado con esas fechas, con todo y todos. Plagg decidió no hablar con su portador para no enojarlo más, se escondió en la chaqueta y lo dejó vagar por las calles de París, atento a que el chico no haga ninguna estupidez.

Inconscientemente, sus pies habían llegado a dar con la famosa panadería de los Dupain-Cheng. Sin embargo, se le hizo extraño que, faltando poco para que sea media noche, absolutamente todo esté en silencio y con las puertas abiertas.

Entró a la panadería sin pensarlo dos veces y visualizó a Marinette leyendo un libro con una cara decaída. ¿Dónde estaban sus padres? ¿Acaso su Ladybug diaria pasaría Año nuevo completamente sola? Adrien no lograba entenderlo.

―A-Adrien...—titubeó ella cuando lo vio, haciendo que casi se le caiga el libro—¿Qué haces aquí? ¿Ne-necesitas algo?

―La pregunta de la noche sería: ¿Qué haces tú sola en este momento?

La chica bajó su mirada azulada a su libro, el cual sostenía con fuerza contra su pecho, tratando así de contener la tristeza que la había atrapado desde la víspera de Navidad.

―Mis padres fueron a Londres a un concurso navideño... pero una tormenta los mantuvo ahí y no han podido regresar. Es decir, la tormenta se detuvo antes de ayer, sin embargo... los pasajes volverán a venderse desde mañana...

―Tú... ¿estuviste sola en Navidad?— ella asintió aún sin atreverse a mirarle a los ojos.

El rubio no podía creerlo, se maldijo internamente por no haber llegado a su panadería en Navidad, ella no merecía estar sola, no merecía pasar fiestas tan importantes lejos de su familia y de la gente que ama. Sí, Adrien en su mente estaba consciente de que él mismo tampoco merecía estar solo, pero ya se había acostumbrado, sabía cómo era ese sentimiento, en cambio Marinette siempre tuvo a su familia con ella, y el verla tan triste y sola no le sentó nada bien.

Adrien sabía que, el peor sentimiento es la soledad, y esa noche se encargaría de que Marinette nunca más se sintiera sola.

―¿Vas a comprar algo, Adrien?

○Felicidad genuina○ \\OS Especial 2021\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora