Blanco

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Todo está silencioso, no se escucha nada, Anthony está algo desconcertado, siente que flota entre la oscuridad de su mente. ¿Estará muerto? ¿Estarán sus compañeros a salvo? sólo sabe las señales que llegan a su cerebro, una sensación de ligereza, de no tener cuerpo, la sensación de no sentir nada. Entonces cree ver una luz que ilumina el fondo, un diminuto punto en el horizonte, entonces nota como sus pies tocasen algo firme sobre lo que estabilizarse, pero sigue sin ver su propio cuerpo, todo está oscuro y nada puede ver. Entonces siente curiosidad por esa luz, ese único foco que le ilumina ahora. ¿Será el final del tunel de su vida o es la vuelta a ella?, al comenzar a caminar nota una punzada en el pecho, una estocada que le deja sin aliento, un dolor que solo desaparece al volver atrás. Se extraña por esa sensación, aunque una bombilla se enciende en su mente, etérea en la oscuridad. Si caminar hacia esa luz es doloroso, quiere decir que comienza a sentir su cuerpo en la vida real, por tanto su única salvación será correr hacia esa luz, por mucho dolor que suponga. Debe vivir. Comienza entonces a correr o eso es lo que él piensa, las puñaladas inundan de dolor su mente, pero no retrocede, paso a paso el dolor es más intenso. El pecho, las piernas, los brazos; todo duele a cada zancada que avanzaba a su destino. Pero no parará, quiere vivir y nada ni nadie le parará. Poco a poco, logra ver más nítidamente su objetivo, la luz comienza a motivarlo y prosigue. Pero entonces el dolor punzante en sus miembros y torso comienza a quemar, siente como su cuerpo arde, duele, duele mucho. Sigue corriendo, en su mente grita para tratar de mitigar el dolor, el grito suena hueco en la oscuridad que le rodea, pero el sigue corriendo y gritando, luchando por volver a la vida.

Entonces, algo le hace tropezar y caer. Entonces puede ver que su cuerpo poco a poco, durante su carrera comenzaba a reaparecer. Pudo verse las manos y las piernas, pero no todo eran buenas noticias, al verlas pudo comprobar que estaban llenas de cortes profundos y quemaduras y parecían disolverse con el tiempo en el que permanecía quieto. Era mucho dolor, la sensación de las quemaduras le abrasaba literalmente, se replanteaba ahora si debía continuaro dejarse disolver en el abismo que lo rodeaba.

En ese momento de hundimiento mental, una voz resonó en el vacío como un eco potenciado a medida que se acercaba a sus oídos. Una voz femenina, extrañamente familiar, decía cosas ininteligibles, pero que calmaban su dolor. Pudo incorporarse y ponerse en pié de nuevo, aún con las punzadas y la quemazón, jadeaba, sin parar de observar el punto de luz, ahora más parecido a una puerta, ¿la puerta a la vida?. En ese momento, de la voz femenina se consigue distinguir una palabra, más que suficiente para saber que su corazonada era cierta.

"¡VIVE!"

Suficiente y de sobra para intentarlo una vez más. Con otro grito, uno que resonaba a batalla como las películas, comenzo de nuevo su maratón contra la muerte. El dolor era inmenso, a cada paso se multiplicaba y la sensación de estar en llamas se hacía presente. Mientras corría podía ver como sus manos comenzaban a carbonizarse y el dolor era insoportable, pero no dejaría de correr. La puerta iluminada comenzaba a verse más y más grande. Anthony notaba como se estaba carbonizando con cada paso, pero lo conseguiría, cruzaría esa puerta, sobre cualquier obstáculo que se le interpusiese. Ya casi está, solo unos metros imaginarios le separan de la puerta. El dolor hace que no pueda pensar, solo algo retumba en su cabeza, esa voz pidiéndole que viva, y así lo hará. Está al lado, estira su mano ennegrecida como el carbón y logra tocar la luz. Un enorme destello lo ciega y de golpe cesa el dolor.

Sus ojos se abren de par en par, sus pulmones se llenan de aire como quien ha contenido la respiración durante horas bajo la presión del agua y no puede evitar la combulsión de su torso para conseguir una bocanada de ese preciado aire. Se siente conmocionado, aturdido, todo va a cámara lenta en su cabeza, nota que está encamado, que una sábana caliente le cubre todo el cuerpo hasta detenerse por sus axilas. Sus brazos están por encima de la sábana y al contemplarlos dislumbra varias vías venosas conectadas a diferentes sueros y calmantes más arriba. Entonces logra ver también que tiene una mascarilla de oxígeno colocada delante suyo. Está vivo y en un hospital. Gracias al cielo piensa para sí, si ha sobrevivido él, entonces sus compañero seguramente también. Se detiene para examinar la sala, es una habitación blanca, todo de un blanco que iluminado por unos focos de luz en el techo llega a deslumbrar a los cansados ojos de Anthony. Una extraña sensación de confortabilidad inunda su cuerpo, no se encuentra cansado, solo sus ojos están irritados y su cabeza confusa, nota y siente su cuerpo diferente a como debía estar. De pronto mira extrañado sus brazos, no han perdido tono muscular, es más, parecen estar mayormente tonificados. Es extraño piensa, debe llevar días si no semanas encamado y sin hacer ejercicio alguno. ¿Como podría haber ocurrido que su cuerpo no perdiese ni un gramo de grasa ni musculatura en ese supuesto tiempo? Se sentía extrañado y de pronto las vías intravenosas comienzan a desprenderse de las venas de sus manos, se sueltan, su cuerpo las rechaza, ni siquiera el esparadrapo con el que las pegaron las puede mantener sujetas. 

Después de que se desprendiesen las vías, levanta las manos y las observa, no las siente entumecidas y puede moverlas con total agilidad. La mascarilla le molesta y decide sacarla de su cara para poder respirar el aire por si mismo. Poco a poco el aturdimiento se va, el oxígeno estaba actuando como sedante también. Se incorpora y logra ver que en un cestón cercano a su cama se encontraba su ropa, agujereada y quemada por varias zonas. Al verla, el recuerdo del impacto del meteoro viene a su mente y trata de inspeccionarse su cuerpo para ver los cortes y quemaduras que deberían quedar como secuelas.

Nada, ni un rasguño, ni siquiera costra alguna de cualquier arañazo. Su cuerpo estaba perfectamente y parecía sano como una manzana. Muy extraño ésto, no paraba de decirse a sí mismo. Entonces vislumbra unas sombras tras las finas paredes de su habitación. Unos parecen médicos, otros enfermeros y los terceros...¿Soldados? Gente uniformada y con un fusil cada uno que se mantenían en la puerta, parece que ... ¿la custodian? ¿de quien me protegen? piensa para sí mismo, aunque otro pensamiento invade su mente.

¿Me protegen de alguien? o ¿Protegen al resto de mí?

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