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Su encuentro con el humano había despertado en él una necesidad insaciable de conocer ese mundo que se encontraba más allá del océano.

Comenzó a prestar más atención en aquellos objetos que los humanos dejaban caer al mar, los inspeccionaba tratando de entender su mecanismo o su función en aquel mundo fuera del agua; también coleccionaba aquellos que le parecían más hermosos.

Sin embargo, eran tantos que era imposible guardarlos todos. Muchas cosas ni siquiera las comprendía, como a los pequeños humanos hechos de roca suave y alga colorida o los corales afilados de un tono brillante.

Probó un par de veces ir a la superficie y acostumbrarse poco a poco a la sensación del aire entrando en su interior. Jugó un poco con su respiración humana, descubriendo que era capaz de hacer sonidos más allá de gruñidos y chillidos.

Trató de imitar a las ballenas, después a los peces que nadaban en el viento. Experimentó aumentando la cantidad de aire que sacaba de su pecho y luego disminuyéndolo; alargó los sonidos y los cortaba de pronto, ya que de vez en cuando, la vibración que sentía dentro del cuello le provocaba una picazón que a la vez era suave, similar a lo que las algas provocaban al rozar sus escamas, generando otro ruido que no podía controlar, era rítmico y sincronizado con el rápido subir y bajar de su estómago.

–Nohoho-hohoho

Su aleta chapoteaba con entusiasmo sobre el agua cuando escuchaba este ruido, sin embargo, no podía mantenerlo mucho tiempo ya que su estómago comenzaba a doler.

Cuando la picazón suave se hubo calmado continuaba jugueteando con los sonidos que era capaz de emitir. Eventualmente le fue posible crear melodías que resultaban hipnóticas y de alguna manera melancólicas.

Sentía una calidez fría en su pecho, añorando un lugar que no conocía y una vida que no le pertenecía.

Era doloroso

Pero seguía emitiendo aquellos ruidos melódicos sin comprender porqué era importante para él, sentía que alguien debía escucharlo. Pero ¿Quién?

Por encima de sus brazos sintió deslizarse suavemente unos tentáculos ya bastante conocidos para él, su conexión con el mar se volvió a manifestar frente a él, adquiriendo una forma similar a la de un humano, pero color alga brillante.

Este ser tenía una extraña manía de abrazarse a él cuando estos sentimientos comenzaban a inundar su corazón, era extraño. No entendía ese comportamiento Tal vez era por aquella conexión que les unía.

El hijo de Poseidón sabía que estaban conectados como uno solo porque una vez mordió por curiosidad uno de esos tentáculos Dolió. También intentó huir de él, pero era imposible quitárselo de encima.

Se resignó al poco tiempo a su constante compañía.

Y si era sincero, no era mala. De hecho era reconfortante.

El tritón pelirrojo observó un poco más a su conexión con el océano, llevándolo a preguntarse si es que alguna otra criatura marina la poseía. Si serían todas iguales o si variaban dependiendo de la especie. El ser verdoso ladeó la cabeza con cierta curiosidad cuando se miraron, de alguna manera se le notaba ¿Feliz? O al menos esa fue la impresión que le dio.

El oceánido tomó una gran bocanada de aire para después soltarla, había pasado ya mucho tiempo en la superficie, debía regresar antes de que sus escamas comenzaran a secarse. Esta vez tampoco había tenido suerte, ¿cuántas burbujas doradas y cálidas habían surcado ya por el cielo?

No lo sabía. Muchas Tal vez más que granos de arena en el fondo del mar. El rostro del humano comenzaba a borrarse de su memoria y eso le aterraba un poco. ¿Y si el lazo que sintió con ese hombre desaparecía junto con su recuerdo? Quería poder estar más tiempo en la superficie. Miró anhelante la costa antes de volver a adentrarse al océano.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2021 ⏰

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