Me faltabas tú┃Killugon

Me faltabas tú

Lo tenía todo.... o eso creía.

Pero si lo tengo todo... ¿Por qué llora mi corazón? ¿Por qué me siento tan vacío? ¿Qué me hace falta?

Creo que para empezar tengo que hablar de mi...

Mi nombre es Killua Zoldyck, soy un alfa con un gran poder por así decirlo; mi familia es de clase alta, los Zoldyck. Vivía en una mansión rodeado de lujos y riquezas, me preparaban para ser el próximo líder de la familia; me entrenaban todos los días, también estudiaba en una de las mejores escuelas de la ciudad y de paso llevaba cursos extras.

En resumen una vida ocupada.

Me estresaba muy seguido pero no me podía quejar; tenía juguetes en cantidad y todo lo que alguien podría necesitar. Todo lo que tenía era gracias a mi familia, ellos esperaban que fuera el mejor líder y heredero de la familia Zoldyck, decían que sería un gran alfa.

Pero sentía que algo me faltaba...

Fue ahí cuando conocí a Gon, un omega amigable y muy energético. Fue en la escuela cuando tenía quince años, vino y se presentó muy alegre en frente de toda la clase, ganándose mi atención.

En ese tiempo no tenía amigos, los que tenía no eran amigos verdaderos. Pero todo cambió cuando Gon llegó a mi vida, unos alfas se querían pasar de listos con él y yo salí en su defensa sin buscar nada a cambio. Desde ahí ese chico de ojos color miel no se separó de mi lado, se sentía muy agradecido conmigo por salvarlo y decía que era genial. Nos volvimos amigos al poco tiempo, el animado omega siempre decía que yo era su mejor amigo en todo el mundo haciendo que me avergüence.

A los demás se les hacía raro nuestra amistad, pues yo era un alfa de gran familia y Gon un omega. Pero eso nos daba igual y la pasábamos muy bien con la compañía del otro.

Ahí sentí que por fin lo tenía todo...

La escuela es inolvidable, los recreos en compañía de mi amigo pelinegro eran muy divertidos y qué decir de las tareas que hacíamos juntos después de clases; reía mucho al ver el humo salir de sus orejas y recibir pequeños golpes de reproche por parte de Gon.

Me acuerdo que una vez fuimos de viaje a la playa: un paseo escolar. La pasamos muy bien ese día; jugamos en la arena y competimos por quien era el más rápido nadador. Obviamente yo gané.

Esa misma noche acampamos en la playa, hicimos una fogata y conté las historias más terroríficas que se me pudieron ocurrir para asustar a mi amigo omega. Quedó tan asustado que tuve que dormir con él para que no tenga pesadillas.

Definitivamente esos son uno de los mejores recuerdos que tengo.

Y así la escuela terminó, no cambiamos mucho en el transcurso de clases; solamente crecí un poco más y Gon se quedó pequeño, él se quejaba por mi gran tamaño y yo le presumía mis doce centímetros de diferencia. Sus pucheros son lo más adorable que he visto en este jodido mundo.